Hay un joven acusado de blasfemia por poner su rostro en una imagen de Cristo. Hay un periodista cuyo libro sobre el narcotráfico ha sido secuestrado por orden judicial. Hay un músico de rap condenado a tres años y medio de cárcel por las letras de sus canciones. Hay un fotógrafo censurado en la feria de Arco. Hay...

Hay que joderse.

Y hay que recordar el artículo que Luis María Anson escribió hace 15 años contra el cierre de Egin y que luego reprodujo íntegramente --en junio de 2014-- contra el cierre de otro diario vasco, Egunkaria. Basta con la frase inicial: «O se está con la libertad de expresión o se está contra la libertad de expresión». Para Anson, que debe de ser el menos sospechoso de compartir las ideas de Egin y de Egunkaria, el cierre de esos diarios vulneraba el principio de la libertad de expresión, un principio, añadía, «que es el arco sobre el que reposa el edificio de la democracia».

En efecto. Sin libertad de expresión no hay democracia. Y libertad de expresión es que un joven ponga su cara en una imagen de Cristo: júzguesele por mal gusto, si se quiere, pero no por un delito de blasfemia --o delito de escarnio, que así sobrevive anacrónicamente en el Código Penal--, ya que la religión es una idea y, como cualquier otra, puede ser refutada o escarnecida. Libertad de expresión es también que un periodista reproduzca en su libro una sentencia judicial referida al exalcalde de O Grove por supuestos vínculos con el narcotráfico: secuéstrese el libro por plagio, ¿por qué no? Libertad de expresión es asimismo que un rapero rime Borbones con ladrones, demostrando así que su delito, en efecto, son sus letras, aunque no por ofensivas sino por grotescas: condénesele por feísmo. Y libertad de expresión es que un fotógrafo considere presos políticos a tres políticos en prisión: ¿se le censuraría si los considerase presos ignorantes, o con calvicie, o divorciados?

Ciertamente, sin libertad de expresión no hay democracia. Pero ¿qué ocurre con la democracia sin libertad de expresión? Habrá que responder al modo Anson: o se está con la democracia o se está contra ella.