Catedrático de la UEX

Que la universidad es una institución con influencia en el desarrollo de Extremadura está fuera de toda duda. Tampoco ofrece dudas que la Uex, a pesar de su juventud, ha llevado formación, cultura y especialización a muchos extremeños, los cuales, sin ella, no habrían tenido una oportunidad. Ni tan siquiera cabe, desde la buena fe, poner en cuestión el decidido apoyo público que ha merecido a lo largo de su existencia: los edificios, las titulaciones, las sedes universitarias y el capital humano de la Uex, forman en su conjunto un capital enorme, que está produciendo rendimientos crecientes para beneficio de los extremeños y de aquellos otros españoles, miles, que se han formado en sus aulas. No obstante lo anterior, parece razonable que cuando se acercan los periodos electorales, surjan de manera especial opiniones encontradas, se hagan juicios diferenciados, se ofrezcan alternativas y soluciones diversas, incluso se produzcan críticas subidas de tono respecto del estado actual de la institución. Todo ello es razonable, incluso es deseable, para que en la próxima etapa de la universidad se pueda ir mejorando, cuanto pueda mejorarse, desde el compromiso adquirido por quienes merezcan la confianza en la elección del próximo mes de diciembre.

En este contexto, hace unos días, un precandidato a rector, el profesor Duque, achacaba los males de la universidad a la existencia de dos bandos enfrentados, uno identificado alrededor del anterior rector y otro con el actual. Es más, aseguraba que tales bandos funcionan con un "estás conmigo o estás contra mí". Estas declaraciones son congruentes con quien, interesadamente, pretende ser una vía distinta, nueva, de gente válida y trabajadora (textual del profesor Duque), como expresión de un futuro superador de las viejas posiciones. Claro que al mismo tiempo incurre en contradicciones difíciles de salvar. Por ejemplo, no se puede descalificar a tantas gentes, a muchos universitarios que en una u otra opción (bando para el señor Duque) son responsables del estado actual de la institución, para luego pedirles el voto. Por ello, dado que el firmante de este artículo es siempre partidario de la claridad y del compromiso público, conste a continuación mi especial respeto al profesor Chaparro, quien sólo merece el elogio por su silencio, el recuerdo por su trayectoria y el agradecimiento por su obra. Como soy crítico de la labor del profesor Salido, serán los universitarios que le apoyaron los que puedan ensalzar su dedicación a la universidad. Por mi parte, respeto. Además, también es evidente que la sociedad avanza con opciones distintas. Aquí gobierna el Partido Socialista, en Madrid el PP, la crítica es continua, y sin embargo no se producen salvadores que tilden a los demás de bandos responsables de lo malo, y se ofrezcan como remedio eficaz.

Hace unos días el profesor Sánchez Salor, otro precandidato, más señor, decía que él no es nadie para condenar a los demás, en referencia a una pregunta que se le hacía respecto del actual rector. Yo diré algo más, el profesor Duque desprecia con sus palabras a muchos universitarios extremeños, pero no puede desmentir que su candidatura surgió desde el despacho de un personaje capaz. Y que tal circunstancia la comunicó a algún miembro de lo que él llama "bando" el 27 de febrero de 2002, a las 14,30 horas.

Y que el 16 de abril de ese mismo año, por la noche, cenó con los principales integrantes de uno de esos "bandos" para ofrecerse, él, para el futuro. Podría seguir..., si él quiere.

En fin, quien se presenta con aire renovador, además de no despreciar a otros, bien debiera apostar por una transparencia total. Y sin condenar a nadie.