La tardía emancipación de los jóvenes españoles es un fenómeno conocido por todos, debido principalmente a la precariedad laboral, al constante incremento en el precio de la vivienda y a los alquileres desorbitados, que hacen difícil contar con los ingresos necesarios para acceder a una vivienda digna y a la vez poder disfrutar de una cierta calidad de vida.

Estos problemas se ven incrementados en caso de divorcio. Las familias monoparentales, además de soportar mayores dificultades económicas, excesiva carga de responsabilidades, dificultades a la hora de poner disciplina en la familia, cuentan con un problema adicional, la tardía emancipación de los hijos a menudo recae en el cónyuge que los tiene a su cuidado. En el momento en que los hijos acceden al mercado laboral, aunque sea de forma precaria, con contratos temporales, o compaginando trabajos de media jornada con estudios, los jueces pueden determinar que se les suprima la pensión por alimento. Hay sentencias judiciales que avalan lo que digo y que estiman que un hijo puede vivir independientemente con 501 euros mensuales (pagas extras incluidas). Lógicamente, tal y como está la vida, esto es del todo imposible, por lo cual como he dicho la carga pasa a recaer íntegramente en el padre con el que conviven. De esta manera se priva a los hijos de una ayuda básica y determinante para el desarrollo de su vida y se les impide tener proyectos de futuro similares a los de cualquier otro chico de su edad que no pertenezca a una familia separada.

Creo que habría que hilar muy fino en cada uno de los casos y no caer en generalizaciones que hacen pensar a los hijos de padres separados que es mejor no trabajar hasta que se pueda tener un buen salario que arriesgarse a perder la pensión por alimentos.

Desde aquí le digo a mi hija que me siento muy orgullosa de ella, porque es capaz de compaginar trabajo y estudios para no ser una carga y que podrá seguir viviendo en casa hasta que pueda ser independiente de una forma digna.

Manoli Vera Mancera**

Badajoz