Empujones, codazos y, si llegaba el caso, pellizcos. Todo valía en la cabeza de algunas de las manifestaciones que tuvieron lugar en Extremadura en la tarde noche del pasado viernes. Así, por aquí, como por gran parte de la geografía nacional. Incluso en Madrid y Barcelona, que concentraron el mayor número de personas. Como botón extremeño, la muestra de Cáceres. Mientras alguna senadora del PP se declaraba en rebeldía ante las indicaciones del protocolo, al negarse a abandonar el lugar que deberían ocupar otras autoridades, a otros, como el presidente de la Diputación cacereña, Juan Andrés Tovar , se le imposibilitó seguir en la concentración.

Y ya la jornada de ayer, desde el punto de vista democrático, puede pasar a los anales de la historia como una de las más turbulentas. Al cruce de declaraciones se sumaron denuncias ante las juntas electorales. En este escenario, Extremadura no fue una excepción. En esta ocasión, fueron dirigentes del PP quienes denunciaban el cruce de mensajes a móviles en contra de la guerra por parte hasta de altos cargos de la Junta. Las manifestaciones, ilegales, también hicieron acto de presencia por aquí, sobre todo en las sedes populares.