El camino es simultáneo a la vida, pero hay que saber encontrarlo. Nace el hombre y ya tiene su camino, brota la flor y busca el sol que la vivifique, como éste sigue su órbita. Parar es petrificarse, y caminar, descubrir mucho de nuestro entorno. Es bíblico el éxodo de Moisés en Egipto, evangélico el camino de Emaús , cristiano el de Santiago, devoto "el camino verde que va a la ermita" y fecundo el surco rectilíneo del arado en su besana... Siempre el camino buscará su destino, aunque a veces no lo encuentre, pero es un proyecto hermoso, desde Atapuerca, desde que el niño da el primer paso, que ya es de gigante por lo que anuncia. Y es que caminar es exigencia de la vida, pues siempre el hombre se sintió viajero pertinaz, ya por vivir mejor o huir de algo.

Caminar es volar, triste o alegre, lleno de heridas o dichoso, llevando las alas hacia lo ignoto, que nos acucia. Y el camino es senda, trocha, tajo y atajo, carril y sendero, que nos llevarán a algún sitio. La seda y las especias tuvieron su ruta y la gesta colombina su mar hacia las Indias. Como la emigración, su estampida y la guerra, su marcha al exilio. El camino se elige o te lo eligen, y, si no es fácil hallarlo, deberá inventarse, escribe Sartre . Aunque el suelo está lleno de caminos, según Clarasó , que hay que encontrar.

No abundan los senderos limpios, sino los pedregosos que lastiman los pies, mas se sufren por un ideal. Y, como dice el proverbio chino, los largos viajes llevan lejos si aguantamos el envite con tenacidad. Pues lo que importa es caminar, y si tropiezas, te levantas. Por eso, el que anduvo por mil caminos lo cuenta a todos, con la estima de las Soledades de Machado : "He andado muchos caminos/, he abierto muchas veredas/, he navegado en cien mares/ y atracado en cien riberas". Pero esto es retórica, y hay que poner los pies en el suelo, con polvo en los zapatos, como dice Neruda , por calles y plazas, en esta crisis brutal que padecemos. Hoy, España está en una encrucijada, en que todo se pone en solfa, como si faltaran asideros a los que agarrarse para vivir respirando. Mas si "arreglamos la casa", si apostamos por el bien de todos y rompemos la deriva del soberanismo catalán, que no va a ninguna parte, no habrá problemas. Lo mismo que dijo el rey en Barcelona, en su congreso de móviles: La solución está en "trabajar juntos teniendo como objetivo el bien común", pulsando cada uno su remo en la travesía nacional.