WDwesde el 16 de diciembre la actualidad política de Extremadura gira en torno a la refinería. El proyecto fue presentado ese día en la Asamblea por Rodríguez Ibarra y las expectativas levantadas fueron muchas, como es lógico cuando se habla de una inversión de 1.200 millones y el compromiso de crear 3.000 empleos. Un proyecto así no es como para despreciarlo en la región de mayor paro de España.

Tal vez no se sea lo suficientemente consciente de que los promotores de la refinería, una vez presentada, contrajeron una responsabilidad con los extremeños proporcional a las expectativas levantadas. Una responsabilidad que se cumplirá cuando se construya. CCOO apoyó la refinería con una frase feliz: "El mayor problema es que no se haga". Este periódico, desde primera hora, coincide con el sindicato, una posición que da derecho a preguntar qué es lo que la refinería ha avanzado desde el 16 de diciembre hasta hoy. Parece que poco. Nadie habla de que éste sea un proyecto simple y que poner de acuerdo a socios que tienen que desembolsar 1.200 millones sea fácil, pero en la memoria está que en la Asamblea Ibarra anunció una composición accionarial que hoy ha cambiado; habló de algunos socios que, después, no han confirmado su participación; citó conversaciones con Repsol como posible socio tecnológico que hoy está fuera del proyecto; dijo también que se haría un oleoducto hasta Huelva, y hoy no se sabe por dónde irá... Lo último, la petrolera Galp también ha descartado participar en la Refinería Balboa. Ante ello, cabe deducir que el presidente se precipitó en diciembre cuando anunció un proyecto al que parece que le faltaba algo más que un hervor.

Lo que sí ha pasado desde entonces hasta ahora es un enrarecimiento de la vida política y social; una fractura entre la población de Tierra de Barros; hechos lamentables de violencia como los sufridos por el alcalde villafranqués; y un intento, retorciendo los derechos ciudadanos, de acallar la disidencia, que el PSOE calificaría de "caza de brujas" de no ser sus dirigentes los que lo abanderasen. Por vez primera, el PSOE se está enfrentando a una oposición ciudadana, y su manera de hacerlo recuerda a la dictadura porque sus argumentos y actitudes son demasiado cercanos a los de un Tribunal de Orden Público. Y lo peor es que lo hacen en nombre de la refinería, un proyecto que para muchos extremeños es importante. Por ello, se están convirtiendo en enemigos de la refinería.

En la zona hay un fuerte rechazo porque creen que la planta perjudica su medio de vida. El temor puede ser real o infundado, pero lo que es real es la existencia del temor. ¿No es razonable pensar si no hay en la región otro lugar que no suscite rechazo cuando aún se ignora por dónde irá el oleoducto hasta la planta, y tal vez a la industria le convenga estar en otro sitio? ¿Cuáles son los estudios que indican que tiene que estar justamente ahí? Convendría plantearlo para que un proyecto tan importante fuera una celebración colectiva y no un enfrentamiento.