TNto saben cómo contrarrestar el parásito de la tripanosoma que porta el candidato. Rajoy tiene las condiciones de la mosca Tse-Tse: transmite la enfermedad del sueño y el problema está en los mítines: no hay quien desaloje a los asistentes amodorrados. Ha superado con creces a Zapatero en insustancialidad y en insipidez.

Los directores de campaña chasquean el látigo: --Tienes que enseñar los dientes, Mariano, para que la gente reaccione.

Pero el cuajo con que el cielo le dotó no es el del felino que tritura la víscera cruda ni participa de la biliosa glándula de su antepasado político. Los dientes siempre se ligaron con el desarrollo de la inteligencia. A medida que el hábito de utilizar piedras con las manos crecía, menos se utilizaba la dentadura y más la interacción social que requería inteligencia. O sea, a más diente, menos intelecto y a mayor intelecto, menos diente. Las caninos actuales son pequeños, ya no se muerde; se muele, es decir, se piensa, más que se ataca.

Si es tiempo de pensamiento, debería obviarse la obsesión por la dentellada y siempre será preferible el tono soporífero del candidato al reclamo de sus compañeros, incapaces de desalojar del subconsciente el redivivo dóberman enseñando los colmillos.

*Filólogo