Las tertulias políticas en la televisión viven en nuestro país una época de un esplendor que es comparable a la intensidad del desprestigio de los protagonistas de la actividad pública debido al reguero de casos de corrupción que se han sucedido en los últimos meses. Destaca la cuota de pantalla que tienen programas como 'El gran debate' de Tele 5, que presenta Jordi González y que ha alcanzado cuotas de pantalla de un 14%, con casi dos millones de espectadores, 'El magacín' de 'Espejo Público' de Antena 3, que presenta Susana Griso , con una cuota de un 17% y medio millón de espectadores en horario de mañana, 'Los Desayunos' de TVE, también en la misma franja horaria y una cuota de un 13%, o la tertulia de 'Al Rojo Vivo' de La Sexta, con una cuota del 10% y por encima del medio millón de espectadores a última hora de la mañana.

La primera conclusión a extraer de este fenómeno televisivo, que se repite en las principales cadenas, es que, pese a todo, a los españoles les sigue interesando la política aunque sean muy escépticos sobre el proceder de sus actores principales.

Una media de tres millones diarios de espectadores es una cifra muy importante, sobre todo si se tiene en cuenta que los mensajes televisivos constituyen la referencia principal para muchos ciudadanos, lo que explica también el notable interés con que los partidos políticos están abordando la participación de representantes suyos en este tipo de programas.

Las tertulias de radio, que son el precedente histórico de las tertulias en la televisión, vivieron también años de gran predicamento, pero los excesos dieron lugar a los todólogos, los presuntos expertos que se atrevían a opinar de cualquier tema y asunto. De ahí que a veces la palabra tertuliano se haya asimilado a superficialidad. Es el riesgo que deben evitar las cadenas televisivas para no quemar una fórmula que les garantiza audiencia a un coste económico muy bajo.

En todo caso, el nivel medio actual es muy aceptable, aun cuando hay grandes diferencias cualitativas entre los canales de televisión. Pero sobre todo, la eclosión de las tertulias refuerza la idea de que el diálogo y el debate son imprescindibles en una sociedad democrática aunque no viva precisamente sus mejores momentos.