Escritor

Leo por encima en el diario local que el PP de la Diputación de Badajoz ha llevado a los tribunales a Juan Mari Vázquez por no detraer los sueldos de los funcionarios el día de la huelga general que hicieron contra el Gobierno por el decretazo , que meses después fue objeto de una clara marcha atrás. Es decir, que los funcionarios tenían razón y la huelga por tanto tenía una justificación y nunca se debió de alterar ese subsidio al desempleo, cuyo objetivo era un dogal a las autonomías socialistas. El PP en general vive una extraña desesperación. Su gran problema ha sido que pese a gobernar, al mismo tiempo se hace a sí mismo oposición. No se conoce en el mundo cosa igual. Ahora mismo Aznar está por una guerra contra un país raro y exótico, y encima saca pecho. Su señora se presentará a unas elecciones municipales porque cree que lo que toca se hace oro. Al mismo tiempo, este presidente de marquetería dice un buen día que no va a estar más de cuatro años gobernando, y al triunvirato que aspira a sucederle le deja un país lleno de fuel con un petrolero hundido a unas 160 millas de una comunidad autónoma donde gobierna un viejales que sabiendo que andaba a la deriva el petrolero, él se fue a cazar rebecos con un ministro que es el encargado de los petroleros, el de Fomento, y los AVE que nunca llegan a su destino. La economía, gracias a estos talentos, se fue al garete al cuarto año, después de presumir que gracias a ellos estaba que daba gloria verla y España iba en plan petrolero de doble casco.

Ahora, el PP vive una situación errática, dando bandazos por doquier como un autobús lleno de viejecitos en una excursión a Andorra, cantando el nuevo himno del Real Madrid, estando todos expectantes donde se van a pegar la galleta. Lo sucedido en la Diputación de Badajoz y la querella criminal, ¡no se lo pierdan: criminal!, por la cuestión del pago del día de la huelga forma parte de esta locura colectiva que yo creo que nace desde el momento mismo que este colectivo siente que la muerte le pisa los talones, la muerte electoral por supuesto, como esas moscas que cuando llega el otoño se ponen modorras. Lo primero que define esta locura es la seguridad de que los jueces están también en este viaje a ninguna parte, y por lo tanto también la sociedad misma, que va en un tobogán loco, loco, loco, sin frenos y sin maquinista... En el caso de Extremadura, esta decisión dice muy poco del presidente regional, mi buen amigo Carlos Floriano, al que yo respeto, pero lamentablemente da la sensación que no pinta nada en su partido, y deja hacer y deshacer a desesperados de la fortuna, según le pete a este colectivo como lo de Plasencia y su actual alcalde. Pone de manifiesto esta situación la incultura que les llena y si la sociedad fuera consciente les debiera dar un susto de muerte. Al fin y al cabo la muerte de la UCD no está tan lejos. El PSOE aprendió con Zapatero, que aguanta desplantes como nadie, y le dará sus frutos. Sólo falta que esa querella la lleve Baselga&Abogados. Fernando hijo mío, qué pena...