Mucho está en juego en Oriente Próximo y mucho se está gestionando mal. Maniobras pensadas para conseguir un fin concreto acaban recibiendo respuestas imprevistas. Y después de numerosos conflictos sangrientos, las partes involucradas acaban dándose cuenta de que aquí están perdiendo todos.

El vicepresidente Dick Cheney estaba convencido de que las fuerzas norteamericanas en Irak serían recibidas con flores, y el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, creía que una invasión que combinara impacto y miedo sería suficiente para tener al país bajo control. El presidente George Bush consideró la ocupación como una oportunidad para convertir Irak en un modelo de democracia en Oriente Próximo.

¿Están estos cálculos orientados a impedir que Irán enriquezca uranio basándose en alguna apreciación errónea? El Consejo de Seguridad de la ONU, dirigido por esas cinco grandes potencias que son sus miembros permanentes, ha urgido a Irán a que se abstenga de enriquecer uranio y ha propuesto mantener conversaciones. Curiosamente, los cinco tienden a creer que Irán está dispuesto a detener sus actividades de enriquecimiento, incluso antes de las conversaciones, en cuyo orden del día el fin del programa de enriquecimiento sería el punto más importante. ¿Acaso no incurren en un gigantesco error de cálculo si realmente piensan que Irán está dispuesto a prescindir de su mejor carta sin tener antes un conocimiento exacto de lo que percibirá a cambio o, lo que es lo mismo, garantías de que no habrá bombardeos como los que ha soportado el Líbano ¿Tienen la intención de aumentar las amenazas si Irán rehúsa un acercamiento que para ellos podría parecer humillante? ¿O están dispuestos, en cambio, a enterrar cualquier noción de prestigio, sentarse con Irán y hablar ambos bandos de un trato.

XEN ELx caso de la guerra del Líbano, no sería muy equivocado entender que ninguna de las partes interesadas había aspirado al resultado que el conflicto parece ahora haber provocado. Es más difícil discernir qué es lo que realmente aspiraban conseguir. Primero: ¿Cuál fue la intención de los palestinos de Gaza y de los grupos de Hizbulá al secuestrar a los soldados israelís? Algunos dicen que la idea era provocar a Israel y desatar una guerra que lo destruyera, en la línea del programa político de Hamás y de las soflamas del presidente iraní. Sin embargo, es difícil pensar que aquellos que planearon los secuestros alcanzaran a calcular que causarían una escalada tan enérgica y dura como la que después tuvo lugar. El expresidente Jimmy Carter ha deducido que la idea de los secuestros, como solía suceder en el pasado, era asegurar un intercambio de prisioneros. Si este es el caso, es evidente que el tiro salió por la culata.

¿Qué papel ha desempeñado Irán en todo este asunto del Líbano? No parece probable que los dirigentes iranís buscaran iniciar una guerra para destruir a Israel. Por otro lado, sí parece probable que dieran luz verde a Hizbulá en el Líbano y le mostraran su apoyo con la idea de indicar a Estados Unidos de qué son capaces sus amigos chiís --sobre todo en Irak-- si EEUU se viera obligado a utilizar la fuerza contra Irán para detener el programa de enriquecimiento. ¿Fue este un cálculo acertado? Está claro que Hizbulá ha demostrado su fuerza, e incluso sus enemigos dentro del mundo árabe se han visto obligados por la presión de la opinión pública a apoyar a ese movimiento en tanto en cuanto se erguía contra Israel y los EEUU. Sin embargo, al final los amigos chiís de Irán han tenido que retirarse de las posiciones que controlaban. Lo cual no puede considerarse una victoria para Irán.

Finalmente, ¿cuál fue la intención del Gobierno israelí cuando respondió a los secuestros escalando rápidamente su venganza, lo que ocasionó que muchos soldados y civiles murieran o resultaran heridos, y obligó a mucha más gente a abandonar sus hogares No hay ninguna duda de que tanto Israel como Estados Unidos buscaban convertir una operación que incluía la liberación de los rehenes y un contrataque de castigo en una acción para destruir a Hizbulá. El primer ministro Ehud Olmert intuyó que esta intención gozaba de un fuerte apoyo entre la opinión pública israelí y el Gobierno de EEUU, al que le gustó ver cómo Israel mostraba a Irán y a sus amigos en el Líbano los riesgos a los que se podían exponer. Sin embargo, aumentó el coste en vidas y en sufrimiento en el bando israelí, así como el convencimiento de que Israel no sería capaz de destruir a Hizbulá y solo conseguiría alejarle de la frontera con Israel.

¿Sería mucho esperar que el final de la guerra del Líbano, que hemos presenciado y en la que ninguna de las partes interesadas ha conseguido lo que aparentemente buscaba, aumentara la disposición a entrar en conversaciones sin tener primero que pasar por una fase de sufrimiento, muerte y destrucción? El enriquecimiento de uranio por parte de Irán constituye la primera prueba.

*Exjefe de la comisión de inspección de la ONU en Irak