Admiro las ciudades que laten, que parecen tener vida propia, respirando en calles llenas, plazas repletas y rincones exquisitos. Sus ciudadanos tienen el mérito, por no decir el privilegio, de colaborar con esta causa, bella y titánica, de lograr el orgullo de ser admirados por quienes vienen de fuera.

Y Cáceres tiene la suerte de estar entre las elegidas cuando llega la primavera. Un marca caída de cielo que la ciudad se ha ganado a pulso y que, por ejemplo, esta semana vuelve a estar en pleno apogeo con la celebración del World Pádel Tour en la plaza Mayor. Ojalá que el amplísimo calendario de actos se extendiera durante todo el año, pero Cáceres, sin duda alguna, se ha convertido por méritos propios en un gran escaparate de acontecimientos cuando llega el buen tiempo. Y de eso, como de todo lo bueno que se puede ofrecer cada vez que recibes a alguien en casa, hay que presumir.

Prefiero una ciudad viva, eléctrica y llena de gente que una postal fija donde nada se mueva. Estoy convencido de la repercusión económica para los negocios y de la campaña de imagen tan beneficiosa para la ciudad pero, por encima de todo, de lo mucho que se gana ofreciendo una primavera llena de atractivos de todo tipo al visitante.

En otras ciudades del mundo sienten con orgullo que les lleguen cada vez más turistas, detalle inequívoco de crecimiento y de buenos resultados cuando hablamos de iniciativas para promocionarse. Este fin de semana, cuando muchos de ustedes salgan a la calle, respirarán aire fresco y se pondrán manga corta. Piensen que no les faltarán planes y todo porque Cáceres, una vez más, se los regala.