Confieso que mi conocimiento del mundo de la prostitución era superficial, que había creído algunos de los tópicos falsos vertidos al respecto por proxenetas profesionalizados y asociados para lograr un fin común que ni sabía que existían, y que la trata de mujeres y su esclavitud era una cuestión perteneciente a otros países donde las mafias oportunamente establecidas operaban, siempre lejos en un país tan moderno y avanzado como el mío en el se supone que cada cual ejerce su trabajo según le convenga. De pronto, pareciera que me hubiera despertado de un mal sueño, ese en el que aún sigue mucha gente de mi generación, la anterior y las venideras, donde los explotadores sexuales campan a sus anchas, llenándose los bolsillos a manos llenas a costa de unas pobres mujeres que han venido a España engañadas para vivir en burdeles o en pisos bajo la dictadura del miedo a que les hagan algo a sí mismas o a las familias que dejaron en sus países de origen.

Lean ‘El Proxeneta’ de Mabel Lozano, un libro basado en las confesiones de un ‘empresario’ de la noche y los clubes de alterne donde se explica de manera pormenorizada cómo se opera en el mundo de la prostitución de este país, cómo se organizan para ir por delante de la propia ley en cuanto a la trata de mujeres y cómo la sociedad, en general, mira para otro lado y consiente todo ello en un ejercicio de cinismo repudiable.

Con él despertarán y se darán cuenta lo que supone este ‘negocio’ que mueve millones de euros todos los años en España, y lo que representa para las pobres chicas traídas desde Colombia, la República Dominicana, Rumanía o África, entre otros sitios, como un objeto mercantil con hasta fecha de caducidad. Más tarde, ya podrán ahondar en este asunto, pero les quedarán claras dos cosas de antemano: Nadie se prostituye porque quiere y la prostitución es un maltrato machista, un ejercicio de supremacía del hombre sobre la mujer, la cual no puede hacer nada al estar esclavizada por su carcelero.

Hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y este año se ha querido poner el foco en una de las formas más agresivas de ejercer la opresión femenina como es la prostitución. Tal y como se explica en nuestro Tema del Día firmado por la periodista Rocío Sánchez, en el problema de la violencia contra las mujeres hay muchas ramas. Y esta es una de ellas.

La prostitución es caldo de cultivo para la cultura machista. Como dicen desde el Instituto de la Mujer de Extremadura, se normaliza que un hombre puede comprar a una mujer para que le haga lo que quiera. Se envía un mensaje muy claro: si pagas, tienes derecho a todo.

Y lo peor es, como se sostiene, que socialmente no lo estamos percibiendo y denunciando como una forma más de violencia de género, «como una cara más del maltrato machista».

No creo en la regulación de la prostitución como ha hecho Alemania. Considero mejor las opciones de Francia y Suecia, países que han optado por prohibirla y castigar al cliente. Así y todo, no veo ahora a este gobierno y los que vengan sentándose a resolver esta cuestión en breve plazo con los problemas que tienen encima de la mesa. Ello es terrible, supone un barbecho o campo de juego de años para poder operar los proxenetas.

No hay que olvidar que la prostitución es un gran negocio en España. Los datos que se manejan son que en 2007 movía unos 18.000 millones de euros al año según los datos aportados por los propietarios de los clubs de alterne (constituidos en una asociación o patronal de nombre ANELA que manda narices). No hay informaciones fiables sobre el número de personas que se dedican a la prostitución en nuestro país, pero en Extremadura, por ejemplo, existen unas 2.000 mujeres explotadas sexualmente, la mayoría en los 40 clubs de carretera que se reparten por toda la región. Pero quizás lo más impactante sean dos cosas: que España es el primer país de la Unión Europa en consumo de prostitución, según recoge la ‘Guía sobre la trata de personas con fines de explotación sexual elaborada por AFRAMP ‘ y que la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género de 2016 afirma que el 20% de los españoles reconoce haber pagado por sexo.

Una sociedad que se enorgullece de ser civilizada y que respeta los derechos de las personas no debe consentir esta situación más tiempo. Y mucho menos mirar para otro lado,