En los últimos meses mi mujer y yo maduramos la idea de cambiar a nuestro hijo de colegio y apostamos por hacerlo al nuevo centro de la Zona Norte de Mérida. Ya entonces, al hablar con unos y otros, fuimos conscientes de que iba a haber mucha demanda, circunstancia que se confirmó el primer día hábil abierto para la entrega de solicitudes. Sin embargo, parece que las autoridades competentes no lo percibieron así, puesto que ampliaron la zona A , a la que pertenece el colegio. Es cierto que la zona se ha ensanchado con calles que están cercanas al colegio, pero se podría haber optado por haber recortado por extremos muy alejados del centro. El caso es que, con esta decisión, se ha contribuido a aumentar aún más la demanda y a la frustración de muchos padres, como nosotros, que han visto que su hijo no tiene plaza asegurada, si nadie lo remedia. Esta legal injusticia puede provocar que un niño que viva junto a la plaza de Toros entre en el colegio y se quede fuera, por ejemplo, otro que vea las aulas desde su casa. Ahora entiendo, permítanme la ironía, que el colegio se llame Ciudad de Mérida , de tanto como abarca. Además, este error se ha combinado con una oferta definitiva muy pequeña, ya que las unidades que verbalmente se habían anunciado desde el centro, al menos en determinados niveles, no se pondrán en marcha, con lo que el cabreo es aún mayor. No entiendo que se limite a 25 el número de plazas por curso cuando mi hijo ha estado algunos años en aulas de 28 o 29; ni que se haga un colegio nuevo atendiendo a unas supuestas necesidades para luego explotarlo a medias. Por cierto, aunque esto sería objeto de otro debate, qué sentido tiene concertar plazas con centros privados e infrautilizar éste de carácter público.

Carlos González de Rivera **

Mérida