Secretario de Organización del PSOE

Celebramos estos días el 20 aniversario de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Extremadura; sin duda una efemérides de alegría y esperanza para los extremeños que hemos visto progresar la región en el marco estatutario nacido en 1983.

A principios de los años 80, Extremadura no era una comunidad propiamente, si acaso una región con dos provincias: Cáceres y Badajoz; la una mirando al norte castellano; la otra al sur andaluz. Hoy somos una comunidad autónoma con identidad propia, que ha recuperado su autoestima y que mira con optimismo al futuro como pueblo que tiene confianza en sus capacidades.

Los indicadores económicos son tozudos: el PIB por habitante de los extremeños era el 56% de la media nacional en 1983, ahora se sitúa en el 72%. La renta familiar disponible supera el 80% de la media nacional, y el nivel de ocupación es mucho mayor que hace 20 años, aunque el positivo incremento en la tasa de actividad, amortigüe la reducción en el nivel de paro.

El avance en infraestructuras, equipamiento colectivo y bienestar social es evidente, para todo el que lo quiera ver. Por todo ello, el balance que se puede hacer tras 20 años de Estatuto es claramente satisfactorio.

Este avance ha sido fruto del esfuerzo de todos los agentes que intervienen en la sociedad extremeña, destacando, sin duda, el liderazgo de nuestro presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra, quien ha sabido en este tiempo "situar" a Extremadura en el mapa de España y unir a los extremeños en torno a un proyecto común de bienestar. Bajo su presidencia hemos superado lastres históricos que actuaban como rémora del progreso, y se ha desarrollado un pujante sector industrial que nunca tuvimos, preparando Extremadura para los retos que impone la nueva sociedad de la comunicación.

Y hay que valorar, igualmente, como muy positiva, la contribución al progreso extremeño por nuestra pertenencia a la Unión Europea. Tres años después de iniciada la andadura autonómica, España ingresa en la entonces Comunidad Económica Europea, beneficiándose Extremadura de importantes dotaciones de los Fondos Estructurales y de Cohesión, con la finalidad de conseguir el mayor equilibrio territorial en el espacio de la Europa unida.

Podríamos establecer un paralelismo entre la evolución negativa o positiva de Extremadura, con las diferentes etapas vividas a nivel nacional en las relaciones exteriores. Así, cuando España vivía la autarquía económica y el aislamiento mundial, Extremadura caía vertiginosamente en su actividad económica, y sufría la mayor pérdida de población de su historia. Cuando España ingresa en Europa, y alcanza protagonismo internacional, Extremadura progresa en sus índices de bienestar económico y social.

Por ello vemos con preocupación añadida, lo que está ocurriendo a nivel mundial, los "tambores de guerra" que suenan, y el posicionamiento del gobierno español ante el conflicto con Irak.

Estamos viviendo una división sin precedentes en el seno de la Unión Europea. Paradójicamente, el gobierno de España se enfrenta a los países que han sido el alma de la integración europea, Francia y Alemania, para ser el brazo ejecutor en Europa de la política belicista del señor Bush, en su afán de controlar una zona de gran importancia geo-económica para los intereses norteamericanos.

Nos preocupa de forma especial en Extremadura, las consecuencias que este conflicto pueda tener para el futuro de nuestra región. No le vamos a decir al señor Aznar lo que él decía al anterior presidente del Gobierno, "Váyase señor González". Sí le vamos a decir, lo que Rodríguez Zapatero dijo días atrás en el Congreso de los Diputados: "Déjenos en paz".

Los extremeños somos gentes pacíficas, y en paz queremos celebrar el 20 aniversario de nuestro Estatuto.