Pandemia, distanciamientos sociales, descontentos ganaderos y agrarios, despoblación rural, crecientes desigualdades, cambio climático, etc. Múltiples crisis se superponen en la región, pero ¿qué cuentas nos estamos echando sobre el presente y el futuro de Extremadura? Hace unas semanas el profesor Julián Mora argumentaba en estas páginas, recordando las 45.000 personas emigradas en la última década, que peor no nos puede ir y que sería tiempo de innovar y apostar por políticas económicas más saludables.

La covid puede ser, efectivamente, una oportunidad para echar nuevas cuentas. En el territorio extremeño están saliendo más gallinas de las que entran. Y eso, saben en muchos pueblos, no puede acabar bien. Echemos algunas cuentas económicas. Aumentan las exportaciones alimentarias sí, pero la economía se reprimariza (extraemos más y transformamos menos) en comparación con otras regiones del país. ¿Consecuencias? La llamada “globalización”, gobernada por la gran distribución, paga en medio de esta pandemia incluso peor que antes. El mundo rural y Extremadura en particular se encuentra en cifras de pobreza superiores al 25% de la población, según un informe reciente de Intermón Oxfam. Disminuye al mismo tiempo el tejido industrial. A diferencia de otras regiones, las empresas de uno o dos trabajadores suponen el 30% de todo el tejido empresarial, lo que habla de economías ancladas en una creciente precariedad.

Las cuentas que tienen que ver con la biofísica del territorio no son más esperanzadoras. El cambio climático supone un incremento de lluvias torrenciales y el alargamiento del verano cinco semanas más. Ello supone un peligro serio de desertización para el 75% de nuestros suelos. Las dehesas, tan características de nuestro paisaje, están tocando a seca y a extinción.

¿Son posibles otras cuentas? Más bien son necesarias. Aprovechemos, por ejemplo, la oportunidad que supone que determinados sectores como el agroalimentario o el sanitario sean vistos como esenciales. Por ejemplo, fijémonos en el potencial de nuestra ganadería y agricultura ecológicas. Extremadura tiene una posición privilegiada en su biodiversidad cultivada, en la inmersión de lo urbano en lo rural, en los saberes acumulados sobre gestión sostenible de territorios. La Unión Europea viene reclamando en sus reformas de la PAC y en programas tipo “De la granja a la mesa” el impulso al consumo más saludable, directo y de cercanía.

¿Podría traernos la agricultura y ganadería ecológicas unas cuentas más sensatas para Extremadura? Ciertamente, y por varias razonas. Es un sector que exige más empleo. Los mercados alimentarios en ecológico están creciendo un 15% anualmente en España, algo que no se observa en otros sectores. Podríamos a través de esta política paliar los déficits nutricionales que afectan ya a uno de cada tres niños, según los dos últimos informes anuales de UNICEF. Y quizás podría alejar a Extremadura del escenario de aumento de 3 grados de temperatura para el 2050. Una conversión que precisaría de un fuerte apoyo directo a la pequeña producción, para que tampoco sea el sector convencional el que pague el cambio de la transición productiva.

Para echar algunas de estas cuentas nos estamos encontrando en el I Congreso extremeño de Agroecología. Son una serie de eventos territoriales que culminarán en la primavera de 2021. El próximo jueves 12 de noviembre nos daremos cita en la Facultad de Empresa de Cáceres para hablar de “Retos ambientales, económicos y turísticos de la agroecología en Extremadura”. En dichos eventos trabajamos por sectores y comarcas el potencial y la problemática de la transición ecológica con mimbres de justicia social y viabilidad económica. Los primeros resultados pueden seguirse en el Observatorio de Agroecología extremeño (www.obaex.com). Hablan de la necesidad de impulsar una compra pública, apoyar la pequeña producción y los canales de comercialización alternativos, facilitar el acceso a tierra, luchar contra las desigualdades de género, aparte de incrementar las mini-industrias de transformación. Convendría que esta saludable gallina no se nos escapase en tiempos tan alarmantes.