Al final la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha optado por el continuismo en la política de expansión monetaria y mantendrá el suministro de dinero fácil de los últimos cinco años para capear las turbulencias financieras. Su demostración de fuerza al inicio de la crisis económica se ha revelado efectiva para Estados Unidos. Y a tenor de lo decidido, la Fed aún no se siente dispuesta a emprender un cambio de rumbo y abandonar la defensa a ultranza de la senda del crecimiento en favor de una política más restrictiva con la mirada puesta en la inflación. Como recalcó ayer el banco central norteamericano, se moverá al son de la recuperación económica y del mercado de trabajo, es decir, del paro. En agosto se registró un 7,3% de desempleo, todavía lejos del 6,5% que podría empujar al inicio del cambio de ciclo de la Reserva. Ante unas alentadoras previsiones en este apartado, la Fed revisó a la baja sus expectativas de crecimiento del PIB para el 2013 y el 2014.

Frente a las inseguridades, la Fed mantiene el importe de sus programas de compra de deuda en los 63.238 millones y los tipos de interés alrededor del 0%. Wall Street reaccionó con gran alegría a la difícil decisión. La diferencia entre acertar o no en el momento de acabar con esta liquidez puede significar dejar atrás la crisis o provocar otra burbuja. La renuncia a que Larry Summers sea el sustituto de Ben Bernanke en enero en la presidencia de la Fed tiene ya su explicación. EEUU no está listo para el giro.