TAtl pobre Pepe Rubianes podía haberle caído un puro de 30.000 euros por sus exabruptos en TV-3 la tarde del 20 de enero del 2006 si hubiera estado en vigor la ley de seguridad ciudadana que ha elaborado el Gobierno y que considera una falta grave las "ofensas o ultrajes a España, las comunidades autónomas y entidades locales, símbolos, himnos o emblemas". Y ya recordarán, con la que se lió, que Rubianes habló de la "puta España" y añadió con su torrencial expresividad: "A mí la unidad de España me suda la polla por delante y por detrás". Fue un desahogo de unos pocos segundos en el peculiar estilo del cómico fallecido, que mereció una querella por injurias de la que finalmente fue exculpado. La duda es si esa resolución judicial --absolutamente razonable-- sería posible después de que se apruebe la nueva norma.

Y otro tanto podría ocurrir, por ejemplo, con quienes se dignaran silbar el himno nacional en un estadio de fútbol. Todo indica que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz , se ha metido en un charco jurídico por el simple deseo de condescender con la derecha dura, la que pone el grito en el cielo por la quema de una foto del Rey o por la ausencia de la bandera en un ayuntamiento.

En la llamada ley Fernández emerge, por un lado, el deseo de obstaculizar las manifestaciones callejeras y, por otro, un concepto de defensa de un patriotismo, muy propio del PP, que consiste en sacralizar los símbolos y elevarlos a la categoría de intocables. Aunque el proyecto también defiende, para disimular, la dignidad de autonomías y ciudades, las multas por las ofensas a España no pueden disociarse del pulso soterrado del Gobierno de Rajoy con el soberanismo catalán, que tampoco anda, por cierto, corto en la defensa a ultranza de la simbología nacional.

Es fácil pronosticar que en los próximos meses asistiremos a nuevos casos como el de Rubianes. Mala noticia para quienes tenemos bajo el hematocrito en lo tocante a himnos, banderas, gestas históricas y héroes nacionales; que no nos excitamos con el 1714 ni con el 1808, ni con marsellesas, museos del heroísmo y mástiles de 20 metros.