Como profesor y tutor de un curso de la ESO he de proclamar que la figura del orientador en los institutos es prescindible y superflua, y me explico:

Hemos sido en algunas ocasiones los propios profesores los que, detectando anomalías en las capacidades intelectuales de nuestros alumnos, hemos dado la voz de alarma por el retraso que atesoran y claro, a esos niños por pura negligencia de quien corresponda no se les ha atendido en su justa medida con programas específicos que para tal efecto están tipificados en la ley, sencillamente porque no se ha trabajado celosamente. Si por un casual un tutor sugiere al gabinete de orientación su inquietud por un alumno y que a tal efecto, le realicen el estudio que proceda, entonces arguyen que no tienen tiempo, que están sobresaturados, que son muy pocos y que no pueden desdoblarse y patatín y patatán.

La única misión del orientador que un servidor ha comprobado es la de dar material al tutor para rellenar el periodo lectivo que semanalmente le dedicamos a nuestros alumnos; la tutoría. Este material que recibimos estereotipadamente un año sí y otro también es la más de las veces inoperante, aburre a los alumnos que están saturados de encuestas y que encima son las mismas.

Creo que los orientadores son un colectivo de relleno, que los han puesto allí para legitimar que poseemos una calidad de enseñanza óptima, lo cual es también más que discutible. Si es el profesor el que ha de realizar las adaptaciones curriculares, entre otras atribuciones, entonces ¿para qué están ellos? Quizás para darnos más trabajo y como intrusistas, nosotros hagamos el suyo, porque no tienen tiempo, claro.

Asimismo cada nuevo curso cambia el equipo de orientación de modo que el nuevo tiene que empezar de cero y eso no ayuda precisamente a que su labor se optimice. Se quedan demasiados expedientes sin explorar y algunos niños que podrían beneficiarse de los programas de diversificación o de otra índole, se quedan fuera. Esta situación podría paliarse en parte si se hiciesen regularmente tests a nuestros alumnos como se hacía en el pasado.

Juan C. López Santiago **

Jaraíz de la Vera