WLwa aprobación por el Parlamento vasco, el pasado jueves, del llamado plan Ibarretxe ha suscitado las reacciones políticas que cabía esperar. PSOE y PP, los dos grandes partidos españoles, han anunciado que votarán en las Cortes contra un texto que sobrepasa claramente la Constitución y supone la liquidación del Estatuto de Gernika. De esa forma, el texto impulsado por los nacionalistas --con el apoyo por sorpresa del grupo de Batasuna-- será rechazado cuando llegue al Congreso.

Pero en el acuerdo entre Rodríguez Zapatero y Rajoy para frenar el plan Ibarretxe existen algunos matices que indican dos modos de enfrentarse al desafío soberanista vasco. El PP reclama que el Gobierno recurra de inmediato el plan ante el Tribunal Constitucional, mientras que el PSOE es más prudente en este punto, tal vez escarmentado por una sentencia anterior favorable al debate del texto en el Parlamento de Vitoria. Los socialistas pretenden, además, que el plan se discuta en el pleno del Congreso para dejar sin argumentos a los nacionalistas vascos, que no dejan de hablar de falta de diálogo de sus adversarios. Lo que parece seguro es que Zapatero no abrirá una negociación bilateral con el Gobierno vasco, que sería políticamente indefendible.