En julio pasado, al fichar Ronaldo por el Real Madrid, en un escrito publicado en este medio, denuncié que el jugador, con la llamada ley Beckham , pagaría menos impuestos en nuestro país que si metiera goles en cualquier otro de nuestro entorno. Unos 4,5 millones de euros menos que en Francia; 3 millones de euros menos que en Holanda; 8 millones de euros menos que en Italia o el Reino Unido y 6 millones de euros menos que en Alemania. Países todos de gran potencial futbolístico.

Ahora se quiere modificar esa injusta ley para obligar a todos los futbolistas extranjeros que ganen más de 600.000 euros a que coticen, en lugar de al 24%, al 43% como contribuyen los jugadores españoles (Raúl paga , con unos ingresos casi similares, 1.583.117 euros más que Ronaldo).

Y los clubes, que, casi con toda seguridad, son los que pagan los impuestos de la mayoría de los jugadores, se han soliviantado a las primeras de cambio y han iniciado sus amenazas para atajar la que se les viene encima.

Sin entrar en que el IRPF de este país es extraordinariamente benévolo con los que más ingresos tienen y que éstos saben que aunque el epígrafe sea muy alto luego viene Paco con la rebaja (derechos de imagen, por ejemplo, en el caso que nos ocupa), lo del fútbol, aparte de la discriminación en el trato fiscal y otros tratos , sirve, en mi opinión, para que los gobiernos lo utilicen para distraer y hacer olvidar al pueblo que está en crisis, que tiene el récord de desempleo de los países desarrollados, que las desigualdades sociales son muy acentuadas, que es donde más pobreza hay y donde más se está acrecentando y que, en paradoja con la similitud futbolística, es donde los salarios de los trabajadores están más bajos de toda la OCDE.

Angel Morillo Triviño **

Castuera