Una nueva conferencia internacional, la novena en nueve años, ha examinado el futuro de Afganistán. Calificada como las anteriores de histórica, se desmarca de las otras reuniones en dos aspectos. Por primera vez se ha celebrado en aquel país y los participantes han partido de la base de que no hay solución militar. Con estas premisas, el presidente Hamid Karzai ha conseguido el apoyo a su proyecto de asumir la seguridad de Afganistán para finales del 2014. Cabe preguntarse si un país históricamente atrasado y en guerra desde 1979 será capaz en cuatro años de crear un Estado funcional, presente en todo el territorio. Ahora mismo hay amplias zonas en manos de los talibanes que dan a la población una mayor seguridad que la ofrecida por el Gobierno de Kabul o por las fuerzas internacionales. De ahí la estrategia de Karzai de negociar con los llamados talibanes buenos, una opción a la que EEUU ya no se opone frontalmente. La reconciliación y la reintegración de antiguos, y no tan antiguos, combatientes requiere amplias reformas en el marco de una construcción nacional que sustituya al clientelismo político dominante.

No es la primera vez que Karzai se compromete a emprender reformas ni que la comunidad internacional aporta fondos (125 millones de dólares en esta ocasión). La falta de resultados ha sido la tónica en las ocasiones precedentes. De seguir así, pronto asistiremos a la décima conferencia histórica sobre Afganistán, mientras los afganos continúan sin perspectivas de futuro.