Sabíamos que internet iba a revolucionar la forma de comunicación, el trasvase de información, y que haría aún más patente la globalización. Wikileaks ha volcado todo el sistema de difusión publicando documentos que hasta hace dos días eran clasificados. Esta nueva forma de compartir miles de datos invierte la establecida al desclasificar brutalmente documentos que comprometen no solo la seguridad nacional de todos los países del mundo sino también la diplomacia, las relaciones internacionales y la seguridad de las personas.

Wikileaks blinda sus fuentes y se financia con donaciones anónimas, pero comparte listas con nombres y apellidos, conversaciones privadas, correos electrónicos internos y comentarios sobre terceros que son líderes mundiales.

¿Quién está detrás?, ¿qué pretenden? Filtran información más que sensible, pero desconocemos qué tipo de información se reservan o no les interesa que salga a la luz. La envían a medios de comunicación que a su vez filtran o se reservan el derecho de no publicar aquello que pudiera comprometer más de la cuenta a sus respectivos países, así que estamos leyendo el resultado de una filtración de filtraciones o manipulación de manipulaciones que no alcanzo a comprender con qué finalidad se está haciendo o a qué intereses está sirviendo. De momento la Fiscalía de EEUU abre una investigación y ya tiene detenido, un soldado de 23 años sobre el que planea una condena de 52 años por alta traición. Lo único que de momento he sacado en claro de toda esta monstruosidad es que ahora los espías anidan por la red de redes saboteando los sistemas de la primera potencia mundial provocando unos daños colaterales de impredecible alcance. ¿No da miedo solo imaginarlo?

M Isabel Palomino Suero **

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