Escritor

Me echo a temblar cuando me encuentro a algunos de mis viejos compañeros de colegio. En uno de los tumultos de Navidad veo que se me viene uno encima y me creo que me va a pedir una limosna, pero es Fernández. Se me abren las carnes. Fernández parece venir de darle la extremaunción. Los labios morados, los ojos como nevados parecido a los de Omar Shariff en El doctor Zivago . Parece como si estuviera pasado por el Hospital de San Juan de Dios, donde los maristas tenían depositadas tantas esperanzas. Como en aquel colegio nos pasábamos gran parte de nuestra vida, incluidos sábados y domingos si estabas castigado, me recuerda Fernández a los hermanos de San Juan de Dios cuando iban a contarnos sus hazañas. Arreglar tanto tullido como la guerra dejé tanto de alma como de cuerpo, fue una tarea a la que nos entregamos por ambas cosas. Llegaba el hermano José y a los de tercero, cuarto y segundo nos convocaban en el aula magna que consistía en abrir unos compartimentos de madera con cristales y era el aula. El hermano Sérvulo, como diapositivas nos iba explicando cada caso, y salías de allí como el Papa actual:

--Estamos trabajando, decía el hermano Sérvulo, y con grandes avances, en operaciones quirúrgicas en tullidos muy difíciles. Por ejemplo este niño, que lo encontramos en un vertedero de basuras (no es como hoy que te encuentras a premios Nadal en esos sitios) cuyos brazos y antebrazos tenían posiciones distintas, de tal manera que mientras el brazo hacía correctamente el Arriba España, el antebrazo hacía todo lo contrario, con lo que estábamos ante un niño perdido para la causa. Pero que no cunda el desánimo niños queridos, porque he aquí finalmente la diapositiva, después de pasar esta criatura por nuestros servicios quirúrgicos. Y efectivamente aparecía un niño con el brazo extendido y más tieso que el vergajo de un guardia civil, y el milagro se había consumado. Pues estas cosas se hacían en el régimen anterior y no con el chapapote del PP, que don Rodrigo Rato se va a recoger fuel con zapatos de tafilete y hebillita. He aquí cómo el espero y deseo de Aznar no se cumple.