La polémica que ha despertado la película Tiro en la nuca por tratar de reflejar la normalidad con que se desenvuelven en su vida cotidiana los asesinos de ETA hasta el minuto exacto en que reciben de la banda la orden de matar, me parece que abunda en el viejo estereotipo de considerar pro etarra, o casi, a cualquiera que intente ir un paso más allá de la simple condena del terrorismo y de los terroristas. La pregunta que plantea la película creo que nos la hemos hecho todos alguna vez. ¿Cómo es posible que personas que parecen normales puedan perpetrar acciones tan intrínsicamente malvadas?

Nos cuesta aceptar que el mal existe, desnudo, obsceno, sin adjetivos, el mal sin más. Pero, existe. Y la apariencia de normalidad es uno de sus más eficaces disfraces. Esos hombres y esas mujeres que nos miran desde los carteles que la policía cuelga, en cuyos pies de foto se advierte que se trata de etarras muy peligrosos en busca y captura, son hijos, hijas, padres, madres, o hermanos y hermanas de alguien, seguramente cariñosos y amantes miembros de una familia durante la mayor parte de sus días, gente que a los ojos de sus vecinos parece normal incluso durante meses y años. Incluso es posible que se crean las ideas que dicen defender, por equivocadas que nos parezcan a los demás. Pero, alguien dispuesto a apretar un gatillo o a poner una bomba contra un semejante por pensar de distinta manera, no es normal ni un solo segundo de ningún día.

Desenmascararles ante la sociedad a la que dicen servir es lo que, en mi opinión, debe hacer cualquier demócrata consciente; y lo que en mi opinión ha pretendido, a juzgar por lo que el mismo está diciendo en respuesta a sus críticos el director Jaime Rosales . Detener a los asesinos es tarea de la policía, juzgarles de los jueces, cegar los resquicios legales por los que burlan la ley, de los políticos. Pero el secreto -el verdadero oxígeno- de ETA es su "base social", y desmontar el engaño, nuestra asignatura pendiente como sociedad. Que cada vez que hay elecciones esta mafia inicua coseche entre 115.000 y 150.000 votos es uno de los más turbadores aspectos del problema vasco. No son, estaremos de acuerdo, entre 115.000 y 150.000 asesinos. ¿Qué estamos haciendo mal? Sacudirnos el cliché que nos lleva a concluir -causa/efecto- que cualquier esfuerzo por explicar cómo se reproduce la hidra es un intento de "humanizarla", yo creo que es la forma inteligente de encontrar, entre todos, la respuesta.