El epitafio del esperpento de esta tentativa de legislatura lo sirvió en bandeja un clarito Albert Rivera , en su rueda de prensa post "encuentro real". No es que sonara despectivo, sino clínicamente concluyente. No iba a entrar a valorar una propuesta de tres folios, para un gobierno tasado en el tiempo y que requería (ni más ni menos) que el sí de 6 partidos. Claro que los golpes de efecto no nacen para ser valorados.

Porque sí, hubo un último intento (siendo generosos con la nomenclatura) de formar gobierno mientras los líderes desfilaban ante el Rey, preso de la comedia (bárbara) que nos obligan a vivir nuestros representantes políticos. Compromís quiso jugar a su warholiano momento de gloria, presentando al PSOE una propuesta de 30 puntos que sirviera de acuerdo de mínimos para formar gobierno y (sic, pero que muy sic) permitiera "rendir cuentas" ante los españoles. El edificio detrás de los leones debe ser un ateneo de debate. O un bar muy barato, según se quejan algunos.

Se hace difícil analizar un acuerdo basado en 30 punt(itos), cuando menos muy generales, que sea base de una legislatura con ánimo de durar más de un par de semanas. Aun así, el PSOE hizo un extraño papelazo sentándose a deconstruir el documento. Del que dijo además aceptar 27 de los 30. Como si hubiera dado el sí a las 30, qué más da. Si todos sabíamos que no era viable: aquí lo relevante era la foto del equipo socialista, en las muy obreras mangas de camisa y en la grave circunspección de quien se toma muy en serio una cosa muy seria.

Aquí lo que importaba era el golpe de efecto. La foto, el esperpento. Normal que Rivera lo despachase rápido, negándose a dar a la pueril iniciativa más categoría que la publicitaria (aunque huyese del adjetivo). Ellos estuvieron sentados un mes con el partido socialista, con múltiples reuniones, que desembocaron en la firma de un acuerdo de 67 folios y 200 reformas. Tres hojitas tras cuatro meses de negociaciones suenan a poco como base de nada. Menos para un gobierno. Y a mí me a lo que me suenan es a (ligeramente) tomadura de pelo al electorado.

XPABLO HAx ganado: la centralidad política ya no es una opción ideológica. Sino eso: el centro. Estar en los medios, salir en la foto, marcar la agenda. El debate es la frase lapidaria, conseguir el titular, la tensión que conviene. La estrategia es la sal gorda, la paja en el ojo ajeno, la corrupción en las alcantarillas, el olor a cal.

Así que no debe extrañarnos ese intento de última hora. Como la llegada del héroe en la película, de la nada, cuando le dábamos por muerto (que estaba de parranda). Es la escenificación definitiva de un final que suena a principio. De campaña. Ahora nos venderán que unos hicieron un esfuerzo y que otros se tumbaron a ver pasar por delante el cadáver una alternativa de gobierno que nunca (aritméticamente) dio para ello. Que también tenía aroma a fuego de artificio, para qué negarlo. Nos van a volver a leer "La cigarra y la hormiga". Para que nos durmamos.

Ya lo saben, tenemos elecciones en junio. Y ya están avisados: estamos en campaña electoral. De nuevo, en diciembre. Me siento un poco Bill Murray apagando el despertador que despierta siempre con la misma canción. Porque nadie ha tenido el mínimo de decencia en explicarnos que en julio podemos estar exactamente en las mismas de ahora. Igual, igual. Y con los mismos papeles en la obra.

De hecho, tienen la desfachatez de discutir sobre un ahorro en una campaña que a va ser, según todos los partidos defienden, la misma que en el invierno de 2015. Porque, claro, todos tienen coherencia interna, todos quieren avanzar pero son los demás los inmovilistas. El golpe de efecto va a ser no apearse de la burra.

Y todos quieren apuntarse el tanto de ser los más cívicos y ahorrarnos una pasta en la campaña. Generosos ellos. Pese a que en un solo día de desgobierno perdamos el triple que el enorme ahorro que nos brindan.

Repito un concepto que he usado deliberadamente un par de veces en estas líneas: la terrible sensación de haber vivido un esperpento. Qué bien conocía este país Don Ramón María . Y cómo recuerdo una frase de sus "Comedias bárbaras". Seguro que no viene al cuento, pero no sé. Es Valle-Inclán . "¿Quién me habla? ¿Sois voces del otro mundo? ¿Sois almas en pena, o sois...". en los puntos ponía algo más, pero es que no me llega la memoria. Al menos, en esto.