WEwl pasado sábado la ciudad de Plasencia hizo hijos adoptivos a casi 150 personas que habían tenido que abandonar el pueblo de Granadilla al quedar sumergido por las aguas del pantano de Gabriel y Galán en la década de los 60. Muchos de los homenajeados se instalaron en Plasencia y otros se trasladaron a otras localidades. Seguramente todos encontraron el calor de sus nuevos convecinos y pudieron, con más o menos dificultades, emprender una nueva vida, pero la experiencia de ver cómo el escenario de tu memoria y la de tus antepasados se sumerge para siempre debe ser una pérdida que sólo hoy se puede comparar a la que deben sentir muchos de los vecinos de Nueva Orleans, que es la tragedia más cercana que puede servir de referencia para entender qué perdieron los Hijos de Granadilla cuando abandonaron sus casas para siempre, no por una catástrofe natural, sino por la construcción de un pantano, pero en una época de dictadura en la que los ciudadanos no tenían derechos frente al poder del Estado. El Ayuntamiento de Plasencia, con este homenaje y con esta declaración de hijos adoptivos para quienes tuvieron que abandonar forzosamente Granadilla ha dado una gran muestra de sensibilidad que debe ser valorada por todos los extremeños.