Como la gota malaya: destino conocido y final inevitable. Así son los planes de rescate, mediáticos alargamientos de agonía; nada que ver con la solución del problema. Grecia ha estado viviendo del crédito europeo durante casi una década, acumulando una deuda muy superior al 100% de su PIB anual. Grecia no produce lo gastado, ni lo producirá, porque necesitaría multiplicarse por tres como país para tener una deuda acumulada sostenible. Así que no podrá pagar.

Jamás se debería haber llegado a este punto. Esto pasa por tener tipos bajos, políticos electoralistas y una sociedad con pocas ganas de trabajar y ahorrar y muchas ganas de vivir a expensas del Estado. La UE necesita un liderazgo en esta cuestión, un liderazgo que acabe con el problema, que, por supuesto, puede ser alemán, aunque a algunos les disguste. Grecia tiene que liquidarse, vender activos y hacer una quita.

Pero eso solo no basta; hay que expulsar a Grecia del euro y de la UE. Algunos dirán que eso no está en los tratados. Pues hay que cambiarlos. El Tratado de Maastricht es claro en el rigor económico, pero a la hora de las sanciones solo prevé las multas. La sanción solo puede ser política. Y eso significa la expulsión de un Estado miembro, o bien la limitación de sus derechos políticos en las instituciones comunes. No puede ser que haya países rigurosos fuera del euro y tengamos en el euro a Grecia. Ser líder es predicar con el ejemplo. Estamos en el rescate del rescate, pero ¿quién rescatará al rescatador?

Jorge Baeza Beltrán **

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