WEw l pantano del Guadiloba, que abastece a la ciudad de Cáceres, ha desembalsado en cuatro ocasiones en los últimos días. Unas veces mansamente, pero en otras ha traído consecuencias indeseables para viviendas, naves, huertos y ganado que había en la zona afectada por el agua que hubo que aliviar: un hombre se llevó el susto de su vida, porque estuvo en un tris de que lo arrastrara la corriente, y para las otras familias propietarias de las 14 huertas existentes, duelos y quebrantos e incertidumbre sobre el futuro. Para el resto de los ciudadanos lo traído por los desembalses son preguntas, algunas de ellas inquietantes: ¿están garantizadas las vidas y las haciendas de los que tienen propiedades en la zona inundada? ¿Son legales? ¿Deberían existir esas propiedades en esa zona, o tendría que estar expedita? ¿Es suficiente para garantizarlas el que el ayuntamiento disponga de una relación de propietarios a los que se les pueda avisar ante un desembalse repentino, como el del domingo día 5? ¿Por qué el Guadiloba no dispone de un plan de emergencia, a pesar de que desde el año 1995 la ley establece que lo tenga?

Lo inquietante no es solo que el Guadiloba puede desembalsar en el momento en que haya un periodo de lluvias prolongadas y que las inundaciones puedan repetirse, sino que las administraciones competentes --el Ayuntamiento de Cáceres y la Confederación Hidrográfica del Tajo-- se echan la pelota de la responsabilidad y dejan al ciudadano a la intemperie. Ni siquiera se ponen de acuerdo sobre si se fijan mensualmente los niveles de resguardo para evitar avenidas ni si las condiciones en que se produjo el desembalse del día 5 son las adecuadas, porque mientras el consistorio y Canal de Isabel II han defendido que se procedió según el plan determinado en anteriores maniobras de alivio del pantano, la Confederación ha criticado que no se abrieran las compuertas antes, cuando el embalse tenía menos agua y su salida fuera menos abrupta, y ha anunciado por ello la apertura de un expediente contra el ayuntamiento.

Lo ocurrido también plantea otro tipo de demandas y pone de actualidad uno de los asuntos más controvertidos en la ciudad: Cáceres necesita, con urgencia, un nuevo pantano de abastecimiento porque el Guadiloba es manifiestamente insuficiente. No es normal que los cacereños pasen de una situación en que el ayuntamiento hace intensos llamamientos para ahorrar agua porque no hay suficiente en la presa --hace menos de un año, el concejal Joaquín Rumbo se quejaba amargamente de que había peligro de desabastecimiento porque las medidas de ahorro no habían sido suficientemente efectivas--, a tirar en unas horas una cantidad de agua superior a la que se consume durante un año. Y eso es lo que ha pasado en los últimos días. Consumida ya la controversia sobre si lo mejor es una nueva presa en el Almonte o solucionar el problema con el proyecto de Portaje, lo importante es que se lleve a cabo cuanto antes. Y mientras tanto, lo ineludible es dar seguridad e información a quienes una exceso de agua puede costarles la vida, algo que ya se ha comenzado a poner en práctica en el último desembalse.