Escritor

Las dos Coreas se alían contra 007, porque viene a ayudar pisando tanto a los enemigos tratándolos de malos, como a los amigos tratándolos de tontos. El último filme de James Bond nos recuerda los años 50, cuando nadie se quejaba de que el imperio pegara tiros en país ajeno ni de que ejecutara a espías como los Rosenberg basándose en pruebas de pega, y los españoles estábamos embobados con el esplendoroso Congreso Eucarístico. Echando de menos aquello, se anuncian guerras limpias y sucias, y se detiene a los de Al Qaeda sin pruebas ni falta que hacen, aprovechando que España oye a lo lejos el Venite Adoremus , y tilda de provinciana la crítica a Bush. Si Hollywood consigue que los malos vuelvan a ser los coreanos, quizás olvidemos Vietnam.