El caso de los papeles de Luis Bárcenas ha derivado en una guerra de togas que debería cesar cuanto antes para que la instrucción de la trama Gürtel no se enrede aún más --lleva cuatro años-- y para que el extesorero del Partido Popular no se beneficie de ello. Previsiblemente, la sección tercera de lo penal de la Audiencia Nacional resolverá que la competencia del caso pertenece al juez Pablo Ruz y no a Javier Gómez Bermúdez, que ha irrumpido en la investigación tras corresponderle por reparto una querella presentada por Izquierda Unida.

Que Ruz siga con la instrucción de todo lo relacionado con Gürtel parece lógico. Lo que ya no lo parece tanto es que Ruz y la Fiscalía Anticorrupción, que hace tiempo negaban las conexiones entre los casos Gürtel y Bárcenas, hayan empezado a ver vínculos y relaciones y a correr a investigarlas únicamente cuando ha aparecido en escena Javier Gómez Bermúdez, un magistrado al que el Partido Popular no quiere ver ni en pintura.

Entre los despropósitos de estas tres semanas de guerra judicial figuraba una doble declaración de Bárcenas el mismo día en los dos juzgados. Pero también es insólito y de dudosa legalidad la premura con que la fiscalía y la sala segunda prohibieron que el extesorero del PP compareciera ante Gómez Bermúdez antes de que el órgano superior correspondiente falle sobre la competencia. Esto solo hace que abonar y fundar las sospechas de que Gómez Bermúdez molesta. Este episodio es de aquellos que hacen que la gente desconfíe de la justicia porque lo accesorio se impone sobre lo esencial. Y lo esencial es que la investigación no se detenga.

Los ciudadanos siguen con asombro el desarrollo del insólito caso que rodea a Bárcenas, un hombre que admite haber tenido hasta 38 millones de euros en cuentas bancarias de Suiza, cuya procedencia no puede demostrar y que se pasea a sus anchas. Un ciudadano cualquiera que presuntamente hubiera cometido un delito fiscal tan importante -y, sin duda, los impuestos de esa fortuna expatriada no han sido pagados- no estaría en la calle, sino en prisión.

Algún juez, incluso de los que ahora se pelean por el sumario de Bárcenas, lo habría encarcelado. También se habrían encargado de él si se dedicara a explicar a los cuatro vientos que ya no volverá a contestar las preguntas de un juez, que está cansado.