TYto confieso. Cuando salgan estas líneas estaré en mi segundo día (completo) de vacaciones de todo el santo verano. Confieso así, apesadumbrado. A lo Monty Cliff . Sólo que esto no le va a importar a nadie. O no debiera, más allá de mis familiares (que lo sufren) o mis compañeros de trabajo (que se benefician de ello). Así que, ya saben, me he encontrado bien entrado en agosto con la añoranza estival del olor a playa, el despertador en silencio, y el sol bronceando mi piel. Sin tópicos, vamos.

No es que no haya caído alguna escapada ya, por supuesto. Creo que puedo ser bastante paciente, pero no del todo resistente a los pequeños placeres hedonistas, como el de salir pitando un viernes del asfalto urbano y encarar unos días fuera. Con el objeto, algo vago, de hacer eso que ahora llamamos "desconectar". Eso sí, con la blackberry (ponga usted aquí el Smartphone que use) siempre en la mano.

Y esto lo cuento yo porque habrá quien se identifique con este tardío verano o, en sentido contrario, algunos que estén en los primeros días del cacareado (e inexistente) síndrome posvacacional. En el fondo, el verano no es más que una larga y continuada operación "salida" (o entrada) en el que nunca sabes si el que está a tu lado viene, ha ido, está a la espera o ni siquiera puede (o quiere) moverse de las aceras calientes de la ciudad. Que la opción de mandarnos a todos hacia las costas y quedarte la ciudad entera para ti, tampoco es desechable. La gente se ha ido toda hacia la playa y aquí me he quedado yo conmigo mismo, cantaba Coque Malla .

Porque no negarán que, en el fondo, tendemos todos a ser un poco gatos pardos en verano. A confundirnos con el resto. Huyendo del hastío de la rutina, nos vemos atrapados por una realidad, más corta en el tiempo, pero que se repite anualmente, canicularmente. Las ciudades se vacían, las playas y pueblos se llenan, los periódicos adelgazan. Las noticias se "refrescan", se abandonan (me temo que por poco) preocupaciones, las ligas no existen. Nos colocamos todos en la presión de volver más morenos, más sonrientes, más relajados y menos cansados a nuestro día a día. Como una propia y particular pretemporada. Hasta empezamos a quejarnos del calor que hace en agosto, ese mismo por el que se rogaba y pedía allá por la envejecida primavera. Que esto, sobre todo si eres extremeño, tiene tela. ¿Qué esperabas, unas buenas granizadas o vientos invernales así en medio de la Plaza Mayor en pleno agosto? Pues espera a que el cambio climático, y Al Gore , tengan toda (pero toda) la razón. O sea, espera sentado.

XTIENE ELx verano como rasgo identitario ser una temporada propicia para los planes. No es que compita con ese "minuto cero" que es la Nochevieja y su vacuo ejercicio de planificar los siguientes doce meses, pero tampoco le va a la zaga. En el fondo, en Europa somos más de curso escolar que de año natural. Hasta, fíjense, en el Parlamento. Este año en las Cortes de San Jerónimo se han retrasado, generosos ellos, las vacaciones y han plantado un caliente pleno en el primero de agosto. Retrasando claro sus muy necesarias vacaciones (por mí, que alguno ni volviera de ellas...). Eso sí, se notaron los calores veraniegos y hubo que tirar de citas en los discursos, porque es innegable que cuesta dar con la tecla a las cuatro de la tarde en verano. Aunque haya aire acondicionado en el Congreso. Fin del párrafo.

A lo mejor, esta columna les suena a inconfundible ligera reflexión veraniega del que, puede ser, ya no da para más. A lo peor, estas líneas les parecen un ejercicio de queja frente a los (como me gusta esta expresión) rigores del verano. Pues se equivocan de plano, perdonen la franqueza. Es justo lo contrario: me quejo neutralmente de no haber podido disfrutar de toda la sarta, completita, de clichés veraniegos. Que muy bien si leen esto en Cádiz, en Málaga o en Bali. Pero yo estoy cociéndome bajo el ordenador en Cáceres, y vengo de la reconocida villa horno que es Madrid. En todo caso, ni se preocupen ni se angustien (que claro tengo que no lo harán): a partir de unas horas empiezo mi propia y particular pretemporada.