WAwpenas 48 horas después de la inhumación de los restos de Arafat en Ramala, el tiroteo con que fue recibido en su primera visita a Gaza Abú Mazen, líder máximo de la OLP, refleja una de las peores herencias de la Intifada: la atomización de la resistencia en grupos semiautónomos rivales capaces de todo tipo de violencias descontroladas. El tiroteo muestra la profunda división entre los partidarios de la tregua y unas elecciones democráticas y quienes prefieren seguir la lucha armada, aunque siembre Cisjordania y Gaza de ruinas y cadáveres.

El ministro de Exteriores, Saeb Erakat, sabe que las elecciones son la única alternativa al caos, por lo que pidió a Israel y EEUU que colaboren. Pero los sectores más radicales se movilizan contra Abú Mazen, uno de los pocos líderes que condenó "el militarismo de la Intifada". En tiempos de penuria, ocupación y represión, el terrorismo es una tentación difícil de rechazar, aunque no resuelva nada y a menudo se vuelva contra la población que lo apoya. Por eso, los palestinos, curtidos por tantas derrotas, deberían intentar transformar su desesperación en un movimiento de resistencia pacífica y democrática más sólido, que atraiga apoyos internacionales en su ayuda.