TEtn el transcurso de la oración del atardecer del 16 de agosto, en medio de la muchedumbre que rodeaba a la comunidad en la Iglesia de la Reconciliación, una mujer, probablemente desequilibrada, apuñaló al hermano Roger, que falleció instantes después. Son palabras de la Comunidad de Taizé.

La tristeza nos ha invadido a los cristianos, perdemos un gran hombre, un gigante, un pacífico constructor de la paz. Desde la II Guerra Mundial el Hermano Roger ha sido un foco de paz. Joven protestante, franco-suizo, con 25 años aterrizó en Taizé, aldea cercana a Cluny, y se puso a hacer el bien acogiendo refugiados de la guerra: judíos y cualquier perseguido por la Gestapo y la locura que recorría Europa. Acabada la guerra siguió, desde Taizé, buscando la unión entre pueblos, hombres y cristianos desunidos en las diversas confesiones. Crea en 1949 una orden religiosa que busca el ecumenismo entre cristianos, y en ello estaba cuando Dios lo ha llamado. Fr¨re Roger deja en Taizé a cientos de seguidores, monjes católicos y protestantes de más de 30 nacionalidades que, acogen a miles de jóvenes a lo largo del año. Jóvenes que acuden en busca de la paz y de la unión, del ideal cristiano, tan ausente en la vida de los pueblos. Son jóvenes en busca de un sentido para la vida, miles de personas de decenas de países que creen en la paz y que salen de allí renovados por la oración y la meditación de la Palabra de Dios; y también por verse reflejados en los demás, en la multitud que busca la paz, el diálogo y la alegría de saberse hermano de todo y de todos. El Hermano Roger, un joven de 90 años, se va a la casa del Padre con la misma tranquilidad y normalidad con que hizo todo, sin grandes gestos, con sencillez y con amor, el mismo amor que le hizo entregarse por la paz y el diálogo. Ojalá podamos continuar en su senda.

*Sociólogo.