El lendakari Ibarretxe oficializa el debate político sobre su intento de sustituir el Estatuto de Gernika por otro que proclame la simple libre asociación del País Vasco con España. Esta propuesta de máximos parte de un trato de igual a igual entre Euskadi y el Estado, reclama una nacionalidad vasca, justicia propia, Seguridad Social independiente y representación internacional plena. Son objetivos legítimos pero imposibles de conseguir en el actual contexto constitucional mientras sólo los suscriban los nacionalistas vascos. Quienes discrepan tienen también toda la legitimidad para oponerse al plan y derrotarlo, pero no cabe rehuir un debate que se plantea por el cauce apropiado, en el Parlamento vasco, aunque apunte a una ruptura de las reglas de juego, ya que Ibarretxe pretende concluir el proceso, con o sin acuerdo con el Gobierno central y el Estado, en un referendo vasco en el 2005.

Aunque el lendakari diga que así abre la "etapa pos-ETA", el plan añade tensión a una sociedad dividida y ya crispada por la violencia. Ese es el gran punto débil del plan: mientras haya violencia no se puede hacer una reflexión serena y libre sobre el futuro de Euskadi, y no se puede aceptar un cese de la violencia condicionado a que vaya adelante el plan.