WPw or más matices que se apliquen, el Gobierno ha reconocido que se plantea subir los impuestos. Lo ha hecho uno de los ministros con más peso político, José Blanco. Las razones son sencillas: basta con una ojeada al estado de las cuentas públicas. En los primeros seis meses del año, en comparación con el mismo periodo del 2008, la recaudación ha caído entre el 20% de los impuestos directos y el 36% los indirectos y especiales. O lo que es lo mismo, el déficit público ya se acerca al 10% del PIB, muy lejos del recomendado 3%. En el capítulo de gastos, la propia crisis ha obligado a aumentar partidas significativas, especialmente la del subsidio de desempleo y la inversión pública para generar actividad económica. Y si el recurso del endeudamiento también se agota, solo quedan dos opciones: o reducir gastos --de difícil logro-- o aumentar impuestos. ¿Cuáles? Según Blanco, los de las rentas más altas. Asoma, por tanto, una revisión del IRPF en los presupuestos del 2010. Podría y debería hacerse, pero recordando los dos principios fiscales básicos: eficiencia y equidad. Las rentas altas han tenido muchos recursos para evitar la imposición progresiva, como dejar de ser persona física y pasar a cotizar como persona jurídica. Sin eficiencia, serán las rentas medias y medias-altas las que volverán a soportar un aumento del IRPF, lo que sería poco equitativo. Otro recurso que debe contemplarse es la lucha, de verdad, contra el fraude fiscal, desde la evasión de impuestos hasta la economía sumergida.