Los principales ayuntamientos de la comunidad han decidido congelar prácticamente todos los impuestos de cara al próximo ejercicio económico, lo que tiene un marcado cariz político en el horizonte de las elecciones generales de la primavera del 2004. Aunque existen diferencias entre los municipios gobernados por los populares, que acatan la máxima de la dirección de su partido de no tocar los impuestos, y los socialistas, en la mayoría de los cuales su visión progresista les invita a cobrar más para financiar los servicios básicos y realizar nuevas inversiones, lo cierto es que nadie es ajeno a que una importante baza electoral es no tocar el bolsillo de los ciudadanos.

Pero a nadie se le oculta que los ayuntamientos han perdido una importante fuente de ingresos con la supresión del Impuesto de Actividades Económicas (IAE) y han de hallar fórmulas para que la cuenta de resultados del presupuesto municipal cuadre. Para ello la mayoría de los equipos de gobierno han elevado algunas tasas, especialmente la del agua, que en buena parte de los casos sube más que el IPC. Esta moderación impositiva debe prolongarse en el tiempo y si en el 2004 se puede equilibrar un presupuesto sin subir los impuestos, el resto de años la receta debe ser igual de válida.