El sector tabaquero de la región, que es a su vez más del 90% del nacional, vive en medio de una creciente incertidumbre porque a escasos días de que expire el plazo extraordinario de 30 días dado por el sector para fijar los precios de la próxima campaña, las transformadoras siguen sin dar pistas sobre a cuánto pagarán el tabaco. Y de cuál sea el precio depende literalmente la continuidad de un sector --de él dependen directa o indirectamente alrededor de 5.000 familias en nuestra región-- que está viviendo una situación extremadamente inestable a pesar de que Extremadura logró que la Unión Europea accediese a que recibieran ayudas extraordinarias por la vía indirecta de los programas de desarrollo rural.

Lo dijo semanas atrás el presidente de la Junta: "El futuro del tabaco depende ahora del precio a que lo paguen las productoras", e instó a estas a que lo subieran. Sin embargo, el mercado acaba imponiendo sus reglas. Las productoras están pendientes de si el Gobierno italiano presta ayudas al sector, lo cual está prohibido por Bruselas, para conocer cuáles serán los precios a los que los tabaqueros italianos están dispuestos a vender su producto. Solo a partir de entonces fijarán a cuánto van a pagar aquí el kilo del tabaco. El silencio de las transformadoras responde a la lógica de la ley de la oferta y la demanda. El problema en Extremadura es que el sector, para subsistir, no podrá someterse a los rigores de esa lógica.