Estando yo en mi peluquería les debió silbar los oídos a los dirigentes de la SGAE. Mi peluquero los puso a caldo. Decía enfadado -- "¡Hodo...!", es que cobran dinero por todo y en todos los lugares: en las bodas, ¡No jodas!, en bautizos, cumpleaños, en los conciertos benéficos, en las fiestas de los pueblos, peluquerías, bares, etcétera. Falta que nos cobren por cantar cuando me ducho y mira..., que yo canto pachucho".

El indignado de mi peluquero, siguió comentándome, sin dejar de usar las tijeras: Creo que esa es la impresión de todos nosotros cuando vemos los palacetes que tiene la sede la SGAE y los motivos son los sueldos con los que autoflagelan cualquier sus directivos. Eso, para mí, es un pecado y quisiera saber dónde va ese dinero confiscado.

Yo asentía y escuchaba la queja y el clik, clik de las tijeras cerca de mi oreja. ¡No me cortes y ten cuidado! (le decía yo por puro cariño a mi apéndice auditiva que tenía en ese lado).

El sin escucharme, aparentemente, seguía a lo suyo, hablándome: "No se entiende que yo pague para que mis clientes escuchen la radio, ya que cuando se editó el disco, la emisora ya pagó su impuesto al comprarlo".

Se puso a rabiar y dijo que: "Posteriormente, a la emisora de radio se le cobró otro impuesto para que se le permitieran radiar. Ninguna persona normal y ajena a la SGAE, puede entender que la peluquería vuelva a pagar otra vez otro impuesto por la puñetera canción a escuchar. No lo entiendo. (seguía diciendo). Maniobra sospechosa "¿Cuántas veces hay que cobrar por una sola cosa?". Es lo último el cobrar un impuesto por triplicado, no parece demasiado legítimo pues quedas muy desconsolado.

Si lo anterior es inexplicable, mucho menos entiendo, por qué me cobran por oír música de autores extranjeros o de los grandes clásicos ante los que me quito el sombrero, Beethoven, Bach, Mozart, etcétera, máximo cuando ya no existe derechos de autor.

Siguió con sus quejas: "Imaginémonos que a todos los españoles nos encierran en la cárcel un fin de semana cada mes de nuestras vidas con la excusa de que algún día podamos cometer algún delito. Verdaderamente es inconcebible que esto ocurra en un Estado de derecho; esto no se coge ni con imperdible. Ten en cuenta que, por el contrario, esto es exactamente lo que el gobernante le permiten a la SGAE y les viene como un guante. El trance es que pasan absolutamente del derecho y vuelcan sus intereses en esquilmar a todo el que se pone a su alcance, y, eso es un hecho: sus víctimas son los bareros, bodas, bautizos, conciertos benéficos, peluqueros y barberos".

Víctor Mengual **

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