TItnfame turba de nocturnas aves. Verso de Góngora . ¿O de Quevedo ? No; creo que del culto y divino cordobés. De Albatros. Qué lindo vocablo de rememoración marina para tan desolada realidad. Plaza de Albatros.

Hace la friolera de 40 años que la ignominia y la vileza de los borrachos nocturnos convierten ese espacio urbano en inmundo muladar de vómitos, purines, zurrullos y cristales rotos.

Un servidor fue testigo entonces de la eclosión de la vida nocturna ¡Gran movida cultural la del porro y los cubatas! ¡Enorme aportación al patrimonio cultural cacereño! ¡Que sea enhorabuena!

Testigo impertinente. Como que soy uno de los vecinos de Albatros que sufren, cada fin de semana, las voces estentóreas de esos gamberros, que dan rienda suelta a su frustración sexual aporreando cláxones, vociferando y machacando a patadas el mobiliario urbano.

Hubo unos años en los que las leyes limitaron el horario de los tugurios expendedores de alcohol (mil gracias a don José M. Saponi , al señor Ibarra , al consejero de turno o a quien fuese) y las escandaleras remitieron un poquito. Pero una cosa es no vender alcohol a cualquier hora y otra la funesta manía de los imbéciles de proferir graznidos de madrugada. Eso no remite.

(Claro, aquí no viven esas preclaras plumas progres que se han quejado tanto de lo aburrida que era la noche cacereña).

Y menos remitirán si los actuales rectores municipales abren la espita para que los garitos enlacen la hora de cierre con la de apertura. ¡Ancha es Castilla!

Una barriada del centro de Cáceres albergará varios lustros más, hasta que todos la abandonemos, a todos esos jóvenes airados que, ahítos de alcohol y otras lindezas, mostrarán a los pacientes vecinos, en vigilia forzosa, la injusticia de otra nocharrada sin haber rascado bola.

¿Hasta cuándo soportaremos los vecinos de La Madrila este martirio? ¿Hasta cuándo, pues, hay que sufrir la ofensa continua, sin castigo, de esa infame turba de nocturna aves?