Llama la atención y no poco que Extremadura, nuestra querida tierra, sea objetivo primero en la mente de los políticos nacionales. Son capaces de no acordarse de ella en los cuatro años que dura una legislatura (ahora no lo parece, pero son efectivamente cuatro años lo que debieran durar), sin embargo, a la hora de preparar una reaparición de inicio de campaña eligen nuestra tierra, a son de bombo y platillo.

Y la eligen porque, a pesar de sus reiterados olvidos hacia nosotros, nos escachamos las manos aplaudiendo y nuestras gargantas se rompen por el derroche de vitoreo con que los agasajamos cuando nos regalan la vista con su presencia en algún acto o evento importante que se celebre dentro de nuestras fronteras.

Esta vez el marco elegido para iniciar la campaña larga que se nos avecina ha sido la Feria de los Churretinos, la magnífica Feria Internacional Ganadera de Zafra que, desde que el rey Juan II de Castilla, en el año 1453, autorizó su celebración, sigue congregando a multitud de personas, cada año, al calor del «veranillo» de San Miguel, en su edición número 566, la quingentésima sexagésima sexta, para ser exactos. Ya ha llovido desde entonces, aunque no tanto como hubieran querido los ganaderos, que mostraban sus mejores ejemplares en las magníficas naves del gran recinto ferial.

Podíamos admirar en los diferentes estands de la feria el trabajo de años de los ganaderos por conseguir lo mejor de cada raza. Impresionantes ejemplares de cerdos ibéricos, magníficos corderos, ganado vacuno de las razas Charolais, Limousina, Retinta, Berrendas, Blanca cacereña, etc, así como el trabajo espectacular que realizaban los caballos que, a la voz de mando, ejecutaban increíbles ejercicios de doma.

Allí pasaba la mano por el lomo de un cochino el presidente del Gobierno de España en funciones, Pedro Sánchez, quien, entre tanto marrano, no se percató de que no es lo mismo el jamón serrano que el jamón ibérico y que, entre otras cosas, alguien le debería haber explicado que para eso precisamente sirven ferias como las de Zafra, donde se apuesta y se cuida por la genética y la pureza de raza de los animales que allí acuden. Y que conste que un lapsus lo puede tener cualquiera, pero éste del presidente en funciones nos demuestra que ni siquiera se prepara la lección el día anterior antes de visitar a los extremeños. Y lo malo no es que se equivoque de nombre y llame «serrano» al «ibérico». Lo más triste es que probablemente le dé igual uno que otro cuando se lo acerque a su nariz y a su paladar.

Pero, en fin, para eso le echó un capote nuestro presidente Guillermo Fernández Vara que, ese mismo día, «suavizó» el error de Pedro Sánchez y en un mitin en el que le traicionó el subconsciente, dijo que nuestro país necesitaba un Gobierno estable que sólo podría estar presidido por Felipe González, aunque, cual lince ibérico, hizo un rápido y felino movimiento vocal, e intentó que no se notara demasiado lo que de verdad estaba diciendo aunque, evidentemente, sus palabras delataban lo que procesaba su pensamiento.

Todo esto nos entretiene porque, al fin y al cabo, no son más que anécdotas propias del inicio de una nueva campaña electoral. Como la que cuentan también en la Feria, que parece ser, aunque no ha trascendido aún a la prensa, que al preguntar Pedro Sánchez si tardaba mucho en curarse un jamón, alguien del público que allí se congregaba le dijo en voz alta, contestando a su pregunta, que tardaba menos que un extremeño en ir de Madrid a Badajoz en tren… ¡Qué cosas!

*Profesor.