XTxres han sido las experiencias que a lo largo de mi vida he tenido en relación con el mundo árabe: la primera, ya hace años, cuando tras nuestra luna de miel, dejábamos Granada y la Alhambra. La segunda en la fiesta de la Hispanidad del 2004, en Sevilla, cuando unos musulmanes alzaban con nostalgia sus ojos hacia la Giralda, en una maravillosa noche sevillana. La tercera, más cercana en el tiempo, cada vez que me fijo en esos ojos cargados de añoranza, cuando escuchan música árabe, tal vez, con la misma mirada extraviada de Boabdil el Chico rindiendo las llaves de la plaza Granada, mientras lloraba.

Es cierto que en una primera época no acepté bien al hijo del Islam, pero también es cierto, que con el paso del tiempo, y en la medida que me he ido adentrando en el conocimiento de su cultura, he llegado a la conclusión de que son bastantes cuestiones las que tenemos en común. Como punto de partida, deberíamos comenzar por erradicar el rechazo a lo diferente, ya que el objetivo que perseguimos como educadores, es construir una sociedad más justa en la que todos nos sintamos más libres, más útiles y más respetados. En plena época de la globalización y de los avances tecnológicos, existen todavía personas que padecen hambre y privaciones de todo tipo, que todavía son discriminadas por el color de su piel o por su credo. Actualmente los emigrantes son ellos, pero en otro tiempo fuimos nosotros y en el futuro nadie sabe a quién le puede tocar.

La cuestión no consiste tanto en tolerar, cuanto en respetar. Todos somos diferentes, pero todos somos iguales. No debemos dejarnos arrastrar por una incomprensión maniquea ni por el rechazo; la medicina del conocimiento es el remedio más eficaz para erradicar estos prejuicios. Muchos de los inmigrantes que actualmente llegan a nuestro país son musulmanes, hablan otro idioma, tienen creencias y costumbres diferentes a las nuestras; pese a ello buscan aquí una acogida favorable que les ayude a llevar una existencia digna. El mundo musulmán no solamente nos resulta próximo geográficamente, sino que también compartimos con ellos bastantes cuestiones de tipo cultural, sin duda parte de la historia de España se escribió conjuntamente durante muchos siglos, muchas de las palabras de nuestro idioma proceden del suyo. Presentamos estilos de vida que perfectamente pueden ser compatibles. Para que se dé una buena convivencia es necesario el conocimiento recíproco; a partir de aquí podremos llegar a comprendernos y a respetarnos.

No hay culturas superiores ni inferiores, ya que cada una de ellas posee rasgos diferenciadores que se han ido gestando a lo largo de la historia como un proceso natural a ellas.

Las guerras, las dictaduras, las revueltas políticas y la torpeza o las ambiciones personales de los gobernantes han desencadenado un ambiente de miseria en la mayoría de estos países. En manos de las naciones prósperas está el poder ayudarlos, de esa forma desarrollarán en sus propios países una economía sostenida que evite la sangría de la emigración.

Repasando las páginas de la historia, podemos encontrar respuestas a muchas de las cuestiones que actualmente nos podemos plantear. Podríamos ver el Toledo en la época de Alfonso X el Sabio, cuando era llamada la ciudad de Las Tres Culturas , porque dentro de su recinto amurallado convivían judíos, árabes y cristianos.

La interdependencia entre las naciones es actualmente una realidad. En Europa se está llegando a una unidad económica y política. El mundo entero reclama para sí un espacio sin fronteras, la aldea global (como les gusta denominarla a los economistas). Como en una hoja de ruta, hacia ese horizonte se encamina el nuevo orden mundial.

Caer ahora en posturas xenófobas, en un rancio nacionalismo propio del siglo XIX, sería dar marcha atrás en la historia, ¿o es que solamente nos interesa relacionarnos con los países poderosos? El pensamiento, en la sociedad actual, es plural, las formas de vida cada vez se van ampliando hacia formas diferentes, comportamientos que antes eran excluidos de la sociedad, son ahora aceptados; esta misma actitud es la que deberíamos tener hacia las personas que por una u otra circunstancia atraviesan las fronteras para venir a vivir a nuestro país.

Descartemos aquellos fantasmas de otro tiempo, lleguemos al convencimiento de que también el Islam tiene un capítulo importante de aportaciones en beneficio de la humanidad.

En lo que al sistema educativo se refiere, para que estos alumnos se integren, hace falta tender puentes que conecten las dos orillas, entre lo que ellos saben y lo que aún les queda por aprender. Pensar que un proceso de integración reglada y ajustada a derecho, nos guste o no, es irreversible.

Esperemos que los últimos hechos ocurridos en Navalmoral de la Mata no se repitan, ya que lo único a conseguir serían enfrentamientos más graves y pérdidas en todas las partes implicadas. Para la convivencia es necesario el mutuo respeto. Solamente conociendo los valores culturales del otro se le puede comprender y respetar. No hay ninguna forma de vida superior a los demás, todas son diferentes y todas tienen algo positivo que aportar.

En resumen, respeto mutuo.

*Maestro de Educación Primaria