Profesor

Si usted, amable lector, se come un pollo y el autor de estas líneas ninguno (o viceversa, pues tampoco hay que ponerse en plan mártir), la Estadística demostrará que nos hemos comido medio cada uno. Es una humorada sobradamente conocida. Bueno, pues el caso es que como la Estadística puede obrar tales prodigios, a nadie le habrá extrañado que cuando el Consejo de Investigaciones Sociológicas ha publicado los resultados de su último barómetro (disponible en Internet, en la dirección http://www.cis.es) haya hecho dos afirmaciones aparentemente contradictorias: La primera, que el PSOE supera al PP en intención de voto. La segunda, que el PP saca varios puntos al PSOE si a la intención de voto se le suma la simpatía .

Y, claro, no es que yo vaya a hacer aquí de propagandista del Partido Socialista, que tan sobrado anda de ellos, aunque últimamente, por las vacaciones, no se les haya visto mucho el pelo, pero me resultan difíciles de admitir las explicaciones del CIS. Si me hubieran dicho que los conservadores --una forma de hablar-- superan a los de izquierdas --para entendernos-- por su disciplina férrea, por la generosidad con la que premian a sus candidatos electorales derrotados, por su capacidad para negar evidencias como la del fuel que llega a las playas, por su plegamiento a las directrices imperiales, por la magnífica oratoria... el inglés de su ministra de Asuntos Exteriores, por sus subvenciones a organizaciones reivindicativas del franquismo, por su sintonía con la jerarquía eclesiástica en asuntos educativos... Si me hubieran dicho, repito, que el PP aventaja al PSOE por todas esas razones, hubiera dado por bueno los resultados de la encuesta. Pero, ¿por simpatía? ¿La de su líder, que ya ha designado democráticamente en la intimidad conyugal a su sucesor? ¿Pero de veras puede suscitar simpatías una organización dirigida por un tipo tan belicoso como el actual presidente de Gobierno? Entiendo que el señor Aznar le resulte simpático al prior de ese monasterio al que visita fielmente cada mes de agosto, o a los resignados perdedores de la partidita de dominó en el pueblo de cuyo nombre franquista no quiero acordarme, ¿pero a usted a o mí, a la gente corriente y moliente? Imposible. Ni borrachos.

Así que, ya en serio, habrá que buscar otras razones que expliquen las cosas. Y éstas quizás se hallen en otro lugar del estudio que comentamos. El que indica dónde se situarían ideológicamente los encuestados. Un 36% de ellos lo hacen en la izquierda; un 13% en la derecha. ¿Y el resto? El resto, o no saben o no contestan, o se colocan en el centro . Y eso quizás aclare todo, no la imposible simpatía que despierte un partido con dirigentes como el señor Romero de Tejada o doña Esperanza Aguirre: El que hoy pueda considerarse como de centro la política del Partido Popular. Y ello, más que al mérito de sus estrategas, habrá que imputárselo tanto a un progreso material que nos ha hecho a todos más egoístas como a la incapacidad del Partido Socialista para ofrecer una alternativa creíble.