Desde que la poderosa milicia chií Hizbulá se alineó con el régimen de Bashar el Asaden el conflicto sirio, los grupos yihadistas que combaten junto a los rebeldes intentan trasladar la guerra al Líbano, dentro de la desestabilización general de la zona. El atentado de ayer ante la embajada de Irán en Beirut (dos explosiones provocadas por suicidas que causaron dos docenas de muertos, entre ellos el agregado cultural iraní) forma parte de esta estrategia.

El 25 de mayo, el jeque Hasan Nasralà , líder de Hizbulá, se comprometió solemnemente a que sus hombres combatirían en Siria hasta la victoria total de Asad , y esa declaración ha tenido desde entonces otras dos respuestas violentas, dos atentados en los pasados meses de julio y agosto que se saldaron con 50 heridos y una veintena de muertos, respectivamente. Ambos ataques, como el de ayer, se produjeron en el barrio feudo de Hizbulá en la capital libanesa, pero el último añade una connotación más: estaba dirigido a la embajada de Irán, aliado del régimen sirio y de Hizbulá en el conflicto.

Más allá de la retórica acusación de Irán atribuyendo el ataque a Israel, el doble atentado fue reivindicado ayer mismo por el grupo yihadista ligado a Al Qaeda Brigadas de Abdalá Azzam , surgido en el 2009 tras la guerra de Irak, fundado por un saudí, con bases en el Líbano y en la península Arábiga, y responsable del ataque a un petrolero japonés en julio del 2010 y del lanzamiento de granadas contra Israel desde el sur del Líbano.

Todo indica, pues, que nos encontramos ante un nuevo episodio derivado de la guerra de Siria y que se inscribe en el conflicto global que libran en todo Oriente Próximo las dos ramas del islam, los sunís, con el apoyo ideológico y financiero de Arabia Saudí, y los chiís, sostenidos por Irán. Las dos potencias que se disputan la hegemonía en el mundo musulmán.

El Líbano, con entre 800.000 y 1,4 millones de refugiados sirios, según las fuentes, durante años un protectorado de Siria, con presencia suní y chií, es el escenario ideal para este enfrentamiento.

El atentado, además, se ha producido un día antes de la reanudación de las negociaciones en Ginebra sobre el programa nuclear iraní, por lo que no puede descartarse que sus autores hayan querido provocar una nueva radicalización de los dirigentes de Teherán y abortar así un posible acuerdo.