Definido a sí mismo como "hombre de sueños humildes y grandes ilusiones", nadie puede discutirle a Francisco Javier Castellano Alvarez (Cáceres, 1976) su amplia formación académica y su mérito para, pese a su juventud, haber conseguido escalar políticamente en el Partido Popular hasta convertirse en uno de los hombres de confianza de José María Saponi, alcalde de Cáceres. Tanto es así que el mandatario municipal ha elegido a Castellano como uno de los pesos pesados de su equipo de gobierno al nombrarlo cuarto teniente de alcalde, portavoz adjunto y concejal de Régimen Interior, Juventud, Comercio y Empleo durante esta legislatura, la tercera que Saponi revalida en la ciudad con mayoría absoluta.

Pero la impecable trayectoria de Castellano se ha visto entorpecida esta semana con su paso por los juzgados, donde acudió en calidad de imputado acusado por siete hosteleros cacereños de un presunto trato de favor en la adjudicación de la pista de verano del recinto hípico. Parece incuestionable que Castellano no actuó de mala fe y que sus decisiones vinieron motivadas por su ferviente deseo de dar solución a la movida. Sin embargo, en política no hay que conformarse con las efímeras burbujas del champán, a veces hay que buscar los vinos con solera.

MIGUEL ANGEL MUÑOZ