La Sierra de la Mosca alberga multitud de especie faunísticas, algunas en peligro de extinción, como el águila imperial ibérica o el milano real; una flora frágil y singular, como las orquídeas silvestres o algunos hongos endémicos. Todo esto convive con la mano del hombre en los tradicionales usos económicos, como el pastoreo de ovejas y cabras, el cultivo de olivares, la apicultura, las queserías, la corcha, los hornos de cal, etc…, y conforman este paisaje tan singular y vivo. En la actualidad, el turismo ornitológico, las aulas de naturaleza, los deportes al aire libre, el patrimonio religioso y los enclaves arqueológicos únicos, son algunas de las razones de peso que reclaman con urgencia la declaración de la Sierra de la Mosca como espacio protegido.

La zona conocida como “Sierra de la Mosca de Cáceres” constituye uno de los espacios naturales de mayor valor ecológico alrededor de una capital de provincia, es considerada por los especialistas como un reducto de flora típica mediterránea y un refugio de la fauna autóctona. Es el único enclave accidentado que destaca en la penillanura trujillano-cacereña. Se trata de un pulmón verde que ofrece cobijo a los animales y forma un corredor natural que conecta la ZEPA de Los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes con la ZEPA de la capital, única en Europa enclavada en una ciudad: el cernícalo primilla es el responsable.

Ésta es una de las muchas razones que recoge el INFORME PRELIMINAR: “PROPUESTA DE PROTECCIÓN PARA LA SIERRA DE LA MOSCA”1 realizado por profesionales y científicos que respaldan la solicitud de declaración del área como “Paisaje Protegido”, por su alto valor geológico, prehistórico, arqueológico y biológico, acrecentado por el hecho de encontrarse tan cerca de Cáceres como de Sierra de Fuentes.

La petición fue registrada en la antigua Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, actual Dirección General de Sostenibilidad de la Consejería de Transición Ecológica y Sostenibilidad. Apoyan esta iniciativa 43 colectivos, no existe en la región ningún precedente que cuente con un volumen tan amplio de asociaciones unidas por un fin común de protección hacia un espacio natural.

Se añade en el informe, que se trata de una “joya natural” por la diversidad de flora, por su estado de conservación, y porque muchas especies utilizan este lugar como último reducto para sobrevivir ante un cambiante panorama socio ambiental, urbanístico y de presión humana. Además, las características geomorfológicas, climáticas, paisajísticas e hídricas de este espacio lo convierten en “un oasis de biodiversidad”.

El hábitat predominante es el bosque y matorral mediterráneo que alberga multitud de especies vegetales y animales, gracias a que la zona ha sido poco alterada por la mano del hombre. Pero la Sierra da cabida a otra variedad de micro hábitats, como son los pequeños bosques de castaños, de pinos piñoneros, de ribera, prados, dehesas de encinas y alcornoques, que hacen de este enclave un lugar especial para que una gran cantidad de especies vivan ligadas a estos espacios. Especies como anfibios, reptiles, aves y mamíferos, en muchos casos protegidas por su excepcionalidad.

La Sierra de la Mosca y las penillanuras circundantes tienen un gran valor faunístico y ornitológico, los animales necesitan la conservación del hábitat para asegurar su supervivencia y reproducción. Hay una veintena de aves incluidas en los catálogos de protección especial, tres de ellas “en peligro de extinción”: Águila Imperial Ibérica, Milano Real y Cigüeña Negra, tres “sensibles a la alteración de su hábitat”: Águila Perdicera, Buitre Negro y Cernícalo Primilla, y otras “vulnerables”, como el Vencejo Cafre. Llama la atención la nidificación de numerosas rapaces nocturnas como el Cárabo, la Lechuza o el Autillo. Incluso se han contabilizado de tres a cuatro parejas de Búho Real en roquedos prominentes. La posición equidistante y privilegiada de la Montaña de Cáceres, respecto a Monfragüe y a la cercana Sierra de San Pedro, facilita la llegada de numerosas aves que usan sus riscos para pernoctar, sus zonas llanas para campear y alimentarse, y sus corrientes térmicas para desplazarse y elevar el vuelo.

Este entorno favorece la existencia de numerosos anfibios, que son una de las especies más amenazadas del mundo. Al ser un espacio poco perturbado, donde el acuífero subterráneo garantiza manantiales y veneros con abundante diversidad de hábitats y microclimas, se propicia la vida para una gran variedad de anfibios emblemáticos de la Península Ibérica, entre ellos, algunos “sensibles a la alteración de su hábitat” como el Tritón Ibérico y la Salamandra Común, o la Ranita de San Antón Ibérica, catalogada como “vulnerable”. La proliferación de reptiles, que también están en clara recesión en la Península, hallan estos lugares apropiados para refugiarse, criar y sobrevivir, existen hasta 17 especies catalogadas de “interés especial”, como el Galápago Leproso o la Culebra de Collar.

Los mamíferos característicos del ecosistema mediterráneo siguen encontrando en este paraje un lugar ideal para sobrevivir, gracias a la espesura del matorral y a los frutos o bayas silvestres presentes en la zona en determinadas estaciones del año. Existen algunos “sensibles a la alternación del hábitat” como el Murciélago Ratonero Gris, o de “interés especial” como el Erizo Europeo, la Garduña, el Tejón o la Gineta.

“Es un enclave único, refugio de especies vegetales singulares dentro del territorio provincial e incluso regional”. Así se refiere el reconocido estudio de Miguel Ladero en los años 90 sobre la finca “La Alberca” como enclave destacado de El Calerizo. De hecho, el reconocido estudioso pedía además su protección y conservación como “Reserva Natural, o al menos, como Punto de Interés Biológico por la rareza, fragilidad y singularidad de su flora”. Y es que en la superficie del acuífero subterráneo hay catalogadas una treintena de especies y ofrece singularidades como la comunidad “rupícola relicta”, que surge entre las fisuras de sus roquedos. En las umbrías de la Sierra dominan los alcornoques acompañados de madroños, enebros, durillos, brezos y escobas, y en las solanas, además de alcornoques y encinas, perales silvestres, jaras, majuelos, aulagas, cantuesos y cientos de especies.

Las orquídeas silvestres merecen especial mención, con 22 variedades y 4 híbridos. La Serapias perez-chiscanoi C. Acedo está catalogada “en peligro de extinción”, y otras tres son “de interés especial”: Ophrys dyris Maire, Orchis italica Poir y Orchis papilionacea L.

Sobresale la rica biodiversidad de hongos, sobre todo de los géneros Amanita, Boletus, Russula y Lactarius, que revelan la conservación del entorno. La Macrotyphula cordispora, especie hallada para la ciencia en 2010, se ha descubierto también en la superficie de El Calerizo.

Asociada a esta protección de los valores naturales y culturales, también va aparejada la conservación de los usos económicos tradicionales, como la ganadería caprina y ovina, y otros ligados a la obtención de productos como aceitunas, aceite, corcho, quesos y miel. En la actualidad, nuevos usos como el senderismo, el turismo de naturaleza, el cultural, el espiritual, las actividades deportivas y de esparcimiento, la fotografía ornitológica, las aulas-granja, etc..., constituyen la base económica y educativa imprescindible para inculcar a las nuevas generaciones la conservación del particular entorno, a la vez que se generan yacimientos de empleo compatibles con el medio natural, con la calidad de vida, y sobre todo, sostenibles en el tiempo.

Cáceres debe su existencia, su rica historia, su bello patrimonio y su devenir al Calerizo. Se trata de uno de los acuíferos kársticos de mayor entidad de Extremadura, se extiende 14 km² y mana al exterior por manantiales como la Fuente del Marco, la Esmeralda, La Alberca y el arroyo Arropez. Dichas aguas han permitido el asentamiento humano desde la Prehistoria y sus cuevas han dado cobijo a los primeros pobladores de estas tierras. El Calerizo ha condicionado los orígenes prehistóricos de Cáceres al ofrecer a los primeros pobladores abundante agua, alimento y abrigo en forma de grutas. Se trata de un prodigio arqueológico, de uno de los espacios geológicos que se encuentran en continuo estudio científico. En la cueva de Maltravieso se conservan numerosas pinturas rupestres, entre otras, manos pintadas en negativo, posiblemente realizadas por el hombre de Neandertal, que actualmente despierta la curiosidad en la comunidad científica internacional.

En la Sierra de la Mosca también encontramos la existencia de otros elementos culturales de interés, como el patrimonio religioso. El santuario de la Virgen de la Montaña, patrona de la ciudad, las ermitas del Risco o la del Cristo del Amparo y del Calvario. Además de elementos importantes del patrimonio histórico como es la milenaria Vía de la Plata que transcurre por el entorno cercano, los viejos hornos de cal, y muy especialmente, la Ribera del Marco, eje de la vida cacereña durante siglos, con sus fuentes, huertas, molinos, pesqueras, batanes y norias.

En definitiva, la solicitud de protección de esta valiosa área tan próxima a la ciudad, y que se concreta en la figura reconocida en el artículo 20 de la Ley de Conservación de la Naturaleza y Espacios Protegidos de Extremadura, denominada “Paisaje Protegido”, creemos que es la que encaja perfectamente con las características del lugar, su paisaje, y los usos históricos y tradicionales de la zona que han conformado un paisaje antropizado.

Pero, los beneficios más importante para las personas los encontramos en sus valores ecosistémicos, que son aquellos que las personas obtienen del paisaje natural como recurso estético y que permiten el desarrollo y el equilibrio de la salud de aquellos que lo integran. En esta Sierra realizan actividades recreativas y de esparcimiento los ciudadanos cacereños, recorren sus senderos en bicicleta, a diario suben caminando al Santuario de La Virgen de la Montaña, algunos profesores trasladan sus clases a esta magnífica aula natural para mostrar la geología y la biología de manera directa y multisensorial a sus alumnos, los apasionados a la micología en otoño y en primavera recolectan y catalogan hongos en sus laderas y algunos fotógrafos de naturaleza aguardan con paciencia la instantánea para captar la imagen de las aves nocturnas o del águila imperial. La cercanía a la ciudad de Cáceres, ciudad Patrimonio de la Humanidad, es lo que posibilita el disfrute del espacio. Y por esta razón, los vecinos estamos sensibilizados ante el riesgo de destrucción del entorno ambiental privilegiado que nos rodea, y que valoramos cada vez más. Los beneficios que ofrecen estos ecosistemas como la regulación climática, la formación y fijación del suelo, el adecuado ciclo de nutrientes, la polinización, el disfrute de la zona o su enorme potencial para el ecoturismo se aprecian con el trascurso del tiempo y la evolución del clima con mayor interés.

Numerosos especialistas afirman que la naturaleza es la mejor promotora de nuestra salud. La tendencia de la progresiva urbanización de los seres humanos ha generado nuevas amenazas sanitarias derivadas de factores ambientales asociados a la contaminación del aire, la pérdida del contacto con la naturaleza, el estrés o la disminución de la actividad física, entre otros. En este contexto, ha surgido en los últimos años una creciente investigación sobre los beneficios físicos, psicológicos y sociales de los espacios naturales sobre nuestra salud y bienestar. Diferentes estudios demuestran que bosques, montañas y agua inducen a una recuperación fisiológica mediante la mayor activación del sistema nervioso parasimpático y una mayor recuperación psicológica del estrés. Es un deber para este colectivo de asociaciones y personas conservar el patrimonio natural de la ciudad de Cáceres como el mejor legado para las próximas generaciones y como garantía de su bienestar y salud.

Iniciativas como la mina de litio a cielo abierto en Valdeflores supondría poner en peligro el futuro saludable de los habitantes de Cáceres, la desaparición del relicto bosque mediterráneo de la Montaña con su gran biodiversidad, la contaminación de las aguas, tanto superficiales como subterráneas, la pérdida de la frescura del aire y de un lugar para pasear y relajarnos, en definitiva, la repercusión sería directa sobre la calidad de vida y destruiría para siempre este enclave que es fuente de salud para todos los ciudadanos cacereños.

En la actualidad se está estudiando la solicitud de protección en la Consejería de Transición Ecológica y Sostenibilidad de la Junta de Extremadura, ahora está en sus manos la decisión de proteger este espacio natural y el futuro sostenible de 100.000 personas, o de lo contrario, facilitar a las empresas extractivas la destrucción irreversible del emblema de la ciudad: “LA MONTAÑA DE CÁCERES”.

NOTA: 1. El “INFORME PRELIMINAR. PROPUESTA DE PROTECCIÓN PARA LA SIERRA DE LA MOSCA. Cáceres - Sierra de Fuentes” está editado y puede consultarse en la biblioteca pública de Cáceres. También puedes descargarse en el enlace:

https://drive.google.com/folderview?id=1B38X8yEhR-O2NElz41hSZ_LG5BPlAgqO