XPxarecerá poco popular, sin embargo parece que nos empeñamos siempre en que, a medida que nos alejamos de la responsabilidad, todo lo que esté impregnado de juventud (en el más amplio sentido del concepto) tiene que ser aclamado. Y no es necesariamente cierto. A veces los jóvenes se equivocan. Y habrá que decírselo. No vale aquello de son cosas de la edad , o por el contrario sonreír sus ocurrencias para ¡encima! no hacerles ni caso.

Tampoco sirve aquella máxima de que cuando se es joven se lleva implícito el pequeño revolucionario, el progresismo per se, la rebeldía que se aplaca a medida que pasan los años. La izquierda y la derecha no son cosas de estética, ni modas pasajeras.

No me gusta que se predique, asumiendo posturas que nos gustaría mantener sólo de boquilla con expresiones como "déjalos, ya se les pasará".

A veces lo que a muchos les parece transgresión es sólo el fruto de la evolución de los tiempos. Antes la protesta podía venir de un pelo más largo, de escuchar una música más o menos estridente, de leer cosas prohibidas ahora los cortes de pelo, los ruidos, incluso los hábitos culturales entre los jóvenes, también se apartan de lo que intentamos encasillar como la norma general. Por tanto no hay cambios de tendencia. Los adultos critican exactamente lo que 30 años antes hacían los jóvenes de la misma edad. Las diferencias son las formas, los modos de hacerlas realidad. Lo que si es cierto es que las verdades, los valores, las utopías, los posibilismos no son mejores o peores de acuerdo a la edad del que las pronuncie. Cuando alguien yerra, lo correcto es indicárselo y no ahuyentar la crítica, bien por el ninguneo del protagonista, bien por que queda mal, carca o va a ser poco aplaudido.

Evidentemente con el tiempo vamos modificando nuestras costumbres. Vamos dándonos cuenta de que hay cuestiones susceptibles de mejoras. Que hacíamos cosas que ahora no haríamos y que, a lo mejor, no nos gustaría que nuestros hijos o familiares hicieran. Pero todo ello no sirve para olvidarnos que el impulso y la fuerza de nuestra madurez vino precedido de etapas, mayormente bien pasadas.

*Doctor en Historia