No suelo ver muchos programas de televisión y tampoco mis aficiones se acercan mucho a la escalada (de momento) así que el viernes por la noche hice algo poco habitual, sentarme frente al televisor para ver un programa de televisión en el que los deportes cobran especial importancia, su protagonista y la profundidad del contenido en los diálogos hizo que el cambio de hábito mereciese la pena, muchísimo. Me alegré al conocer los datos de audiencia, muchos y muchas pensaron como yo. Sí, estoy hablando de Planeta Calleja y de Fernando Simón, seguramente no hace falta que explique quién es él y por supuesto, no entraré en las anécdotas de la estética, ni quiera de la humanidad y casi ternura que trasmitía al hablar de su familia, de la satisfacción de un padre por el trabajo bien hecho o cómo pasó un amor generado en las ferias de un pueblo la cuarentena en un cuarto. Hablaré del orgullo que sentía en esos momentos al ver a quien decide sobre la salud pública de un país con tanta honradez y siendo verdaderamente consciente de la responsabilidad de sus decisiones y valoraciones, ser capaz de medir el esfuerzo y la eficacia del mismo, saber y calibrarla dimensión que cobra cualquier pequeño error, el efecto mariposa es demasiado caro en estos casos, el fuerte sentido del deber con el Estado al afirmar con rotundidad que era un trabajador del Estado por encima de cualquier otra cosa, por encima del desgaste de uno mismo. A través de sus ojos y sus palabras supo visibilizar a tantos empleados públicos que como él se dejan la piel en el bien común, lejos del ruido estéril, de ese que solo suena a intereses, del hambre de portadas, lejos de todo eso que impide que ante una situación excepcional se sepa estar a la altura.

Tajante frente a los llamados negacionistas, casi molesto, porque, como afirmaba, en una sociedad que investiga, que muestra las evidencias con métodos científicos claros, con la trasparencia de los estudios, negar lo que mata, negar lo obvio, está muy cerca de mentir. Las teorías conspiranoicas, decía, son muy divertidas para los bares, yo añado, fuera de ahí irresponsables.

La mentira, las habladurías y el interés particular resultan insoportables.

La actualidad y la casualidad hizo que mientras esto se emitía, las críticas sobre este programa estaban latentes, el presidente de los Estados Unidos sobrevolaba la Casa Blanca en helicóptero, héroe negacionista que tras invitarnos a beber lejía se siente bendecido por haberse contagiado de la covid. Debe de ser que unos se caen del caballo y ven la luz y otros lo hacen en helicóptero.

La actualidad y la casualidad no solo están y se ven de lejos, la Comunidad de Madrid sigue hacia su propio camino a ninguna parte, mientras todo el mundo y todas las administraciones intentan y trabajan por estar coordinadas, ella, isla desierta, decide que no admite las decisiones que el Estado toma. Eso sí, después pedirá lo contrario, ¿alguien está pensando en las consecuencias y para quién? ¿dónde está el sentido de país?

La mentira, las habladurías, el interés particular resultan insoportables.