El controvertido caso Polanski se resolvió ayer al negar el Gobierno suizo la extradición del cineasta a Estados Unidos, que lo reclamaba por un delito --haber mantenido relaciones sexuales con una menor-- cometido hace 33 años. El director de cine podrá volver a Francia, donde reside. Todo ha sido extraño y desmesurado en este caso. Polanski ya fue detenido en 1977, cuando cometió el delito y pasó 42 días en prisión en EEUU, aunque huyó antes del juicio por temor a una larga condena. Nada menos que 32 años más tarde, un juez de California reabrió al caso, el cineasta fue detenido en Suiza y finalmente liberado ahora porque la justicia norteamericana se ha negado a enviar el dosier a Suiza alegando que se trata de información confidencial. Es inaudito que se pretenda conseguir la entrega de una persona sin facilitar los datos de la acusación. La decisión suiza es probablemente la mejor que se podía adoptar después de que Polanski haya pasado dos meses en prisión y siete en arresto domiciliario. El delito fue cometido hace demasiado tiempo e incluso la víctima había perdonado al cineasta. Polanski no merecía volver a la cárcel, pero tampoco ser santificado.