Todo partido político tiene su cara A y su cara B. La cara A es ese conjunto de personas que participan de un ideario común y profesan una misma ideología con la que creen poder mejorar la vida de la gente. La cara B es ese medio de vida del que gozan determinadas personas que, por arte de birlibirloque, saben posicionarse para permanecer perennes en la vida pública. Si no es siempre, al menos hasta que se pueda.

Dice todo dirigente político --sea de derechas, sea de izquierdas--, que cuando llega la hora de confeccionar las listas, llenar las candidaturas de nombres con los que se concurre a unas elecciones, es el peor momento que se vive en política. Si se contenta a unos, ya se sabe que se castiga a otros. O se logran fieles y amigos hasta la muerte o se cosechan enemigos para siempre. No en vano, un partido político es también una carrera de competición donde hay que llegar a la meta y, como decía Alfonso Guerra: «cuerpo a tierra, que vienen los nuestros». Porque es verdad que el enemigo es digerible cuando está situado enfrente, pero traumático cuando lo tienes al lado.

Ahora que la partida ya no se juega a dos bandas sino a cinco, es decir, que los puestos a repartir son menos para cada formación con la aparición de Podemos, Ciudadanos y Vox, el momento fatídico de conformación de listas ha empeorado sobremanera. Ya no basta con ir en una candidatura como antes, ahora hay que colocarse ‘en una posición de salida’, Dicho de otro modo, no solo es necesario ocupar asiento en una lista de nombres, es obligatorio ir de los primeros puestos no sea que el partido coseche una representación menor y uno se quede colgado de la brocha. Por eso, cuando un partido gana y tiene cargos para repartir su líder manda y todo el mundo calla, y cuando ocurre justo lo contrario aparecen los problemas. Siempre hay descontentos, pero no es lo mismo un gruñón que veinte. Sobre todo a la hora de hacer ruido y tildar al jefe de falta de liderazgo.

Cada formación tiene su aquel. En lo que coinciden todos es en ajustar cuentas cuando llega la hora de conformar listas. Aquí, salvo excepciones, se pasa a cuchillo a los infieles. Como decía Kennedy: «perdona a tus enemigos, pero nunca olvides sus nombres». Si uno echa un vistazo a las listas del PSOE no verá críticos y eso que es un partido que tiene primarias desde hace tiempo y debiera llevar a gala aquello de que cuando se acaban los procesos internos, todos reman en la misma dirección. Pedro Sánchez ha reclutado fundamentalmente a sanchistas en las listas nacionales, personas que apostaron claramente por él desde el principio. Y Pablo Casado otro tanto de lo mismo. Acabamos de ver la limpia que ha hecho en la que no hay ni sorayistas ni marianistas. En los primeros puestos de las 52 provincias españolas solo hay fieles y personas de confianza que se decantaron por él nada más iniciar la carrera.

En el caso de Extremadura, en el PSOE Belén Fernández Casero, sanchista, va por Cáceres (solicitada directamente por Ferraz) y a cambio Valentín García va por Badajoz colocado en este caso por Vara. En el PP, Alberto Casero va por Cáceres pedido directamente por Génova y Víctor Píriz va por Badajoz por idéntica razón. Ambos representantes populares se desmarcaron desde el principio de la posición regional que se decantaba por Dolores de Cospedal y apostaron por Casado.

Aparte de las dos formaciones no ha habido pugnas destacables. Solo el caso de Ciudadanos ha dado que hablar teniendo que hacer apaño para arreglar la pugna abierta entre Cayetano Polo y Victoria Domínguez. El primero irá de candidato a la Junta y la segunda al Congreso por Cáceres donde hay posibilidad de apañar un escaño, pero aquí todos son de Rivera.

¿Y en las autonómicas del 26M? El único partido que ha cogido delantera ha sido el PSOE. Las listas por Cáceres y Badajoz a la Asamblea, salvo los acuerdos puntuales con SIEX, son de Vara. Aparato y gobierno se sitúan en los primeros puestos. Cuatro consejeros de la Junta ocupan posiciones de salida, lo mismo que el organigrama o cuadros de mandos del partido. Se trata de su última legislatura como presidente y secretario general, está en el poder y ganó sus primarias frente a Eva María Pérez y Enrique Pérez Romero. Salvo alguna excepción, no ha habido ruido, pero eso sí: han desaparecido críticos y enemigos.

Falta el resto de partidos y habrá que estar atentos para ver qué derrotero siguen, pues el PP puede vivir algunas tensiones. No en vano, en la oposición hace mucho frío y si entran en la Cámara Ciudadanos y Vox puede haber menos puestos a repartir en el bando de las derechas. Veremos.