Otro año más y el IES se ha vuelto a quedar sin Literatura Universal. Tan pocos alumnos la han elegido que no se impartirá. Con la paradoja de que cada vez se publican, como listas de variedades, más recomendaciones de libros para cada estación, libros que no puedes perderte, libros que ver en cine, libros totales sobre mujeres… y toda una ingente propaganda con la promesa de diversión garantizada si se lee. Ferias, campañas editoriales, firmas de escritores de verdad revueltos con personajes que escriben como la churrera fríe churros, desde influencers al último éxito viviente de Operación Triunfo, planes de fomento de la lectura, plataformas digitales, congresos, inversiones…

¿Qué habremos hecho tan mal para que la juventud, sedienta de emociones y curiosa y atrevida por naturaleza, tenga decididamente abandonado el estudio y por tanto el conocimiento y por tanto el disfrute y por tanto el aprecio de la literatura?

Primero fueron los responsables de educación cegatos. Borraron la literatura con mayúscula de los planes de estudio, la subordinaron a la lengua, limitaron las horas de dedicación a la historia de nuestras letras y allá que dejaron a Cervantes y demás minucias, subordinados en la misma unidad didáctica que estudiaba las subordinadas. Y como no se puede amar lo que no se conoce, poco a poco los muchachos empezaron a ignorar, olvidar o incluso despreciar todo nuestro sagrado patrimonio de belleza, sabiduría, psicología, ideales, valores y conocimiento patrio encerrados en monumentos del amor como las jarchas, de heroísmo como El Cid, de santa desvergüenza como el Buen Amor, y toda la maravilla que aquí no cabe.

Y cuando se les ofrece, como de segundo plato, una materia que supone un recorrido apasionante por la historia de las ideas, sentimientos e inquietudes del mundo todo, cuajada de héroes inolvidables, villanos espeluznantes, amor excelso, heroicidad extrema, y vidas vividas hasta el último aliento, sencillamente pasan. Desde la Biblia hasta Kafka, un tesoro oculto en nuestros planes de enseñanza. Está muy claro lo que hemos hecho mal.

* Profesora